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Espacios entre rejas

5 cárceles españolas que sí merece la pena visitar

Sus muros acogieron a presos de toda condición. Asesinos, ladrones, terroristas… Culpables o inocentes, allí dejaron su vida o al menos parte de ella. Hoy en día se han reconvertido en museo, en centro cultural o están a la espera de un futuro mejor. En cualquier caso merecen una visita.

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1. Cárcel medieval de Pedraza, Segovia.

Este es uno de los pueblos más bonitos y turísticos de Segovia. Una villa amurallada frecuentada por los que quieren probar su exquisito cordero, admirar su conjunto histórico artístico, su Plaza Mayor, su castillo museo del pintor Ignacio Zuloaga o conocer su cárcel. Ésta se encuentra justo a la entrada y fue construida en el siglo XIII, aunque rehabilitada tres siglos más tarde. Siniestra y medieval, cuenta con dos niveles de mazmorras, dependiendo de la pena del reo.

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En el primero estaban las celdas más “humanitarias”, destinadas a borrachos, ladrones y pequeños delincuentes. El infierno estaba en el sótano, lugar reservado para asesinos y criminales. Se trataba de un agujero al que sólo se accedía a través de una trampilla sita en la parte superior y por la cual se arrojaba a los reos desde varios metros de altura.

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Los condenados el primer nivel hacían sus necesidades a través de un agujero en la pared de la cárcel que daba a la calle, y que luego se vendía como abono, o bien directamente sobre los del segundo nivel. Los carceleros, de vez en cuando y en un gesto de piedad, retiraban algún cadáver y echaban algo de paja. Finalmente se dejó de usar y cuando en el siglo XX se rehabilitó, aparecieron numerosos restos humanos.

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2. Cárcel Concordataria de Zamora.

Aunque cerró sus puertas hace ya más de dos décadas, no hace mucho volvió a ser actualidad porque en ella se rodó la película “Celda 211”. Durante cuarenta años fue un férreo penal que el franquismo utilizó para encarcelar sacerdotes y religiosos acusados de algún delito, aunque allí estuvieron cerca de un centenar de curas, la mayoría condenados por algún motivo político o sindical. Por allí también pasaron otros peligrosos reos comunes, así como terroristas del Grapo y la ETA. Hubo un momento en el que algún movimiento juvenil de Zamora intentó que se reconvirtiera en un centro cultural, pero no hubo acuerdo político y sus puertas fueron tapiadas con muros de ladrillo. Aunque se ha degradado bastante, aún hay posibilidad de reutilizarla y aprovechar los numerosos espacios que ofrece para una actividad mucho más alegre que la que tuvo en su día o la que se vivía en la famosa película dirigida en 2009 por Daniel Monzón y que obtuvo ocho Premios Goya, incluida la de mejor película, mejor actor y mejor director.

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3. Cárcel de Broto, Huesca.

Broto es un municipio oscense cuyo término municipal está parcialmente ocupado por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, muy cerca de la frontera con Francia y al pie de los Pirineos. Su cárcel es una torre maciza de piedra construida para la defensa de la villa y que sirvió como prisión desde el siglo XVI al XX y que en 2005 fue completamente restaurada, lo que permite su visita en la actualidad.

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La cárcel acoge unos importantísimos grabados datados en diferentes épocas y realizados por los reos que allí estuvieron. Son muy numerosos y de una gran calidad. Consta de tres plantas: la más profunda, fría, húmeda, oscura y que se inundaba con las crecidas del río Ara, estaba reservada para los presos con delitos más graves y de sangre; la intermedia, con mejores condiciones, algo de luz natural e incluso un espacio para encender alguna hoguera; y la superior, con retrete y una ventana, ¡un lujo!. La mayoría de los condenados que pasaban por allí habían infringido las normas y derechos de pasto, fundamental en la economía de la zona. Tanto por los grabados como por el paisaje de Broto merece la pena acercarse hasta allí.

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4. Fuerte de San Cristóbal, Navarra.

Esta fortaleza militar situada en el monte Ezkaba, muy próxima a la ciudad de Pamplona, fue construida a finales del siglo XIX y principios del XX y su nombre oficial es Fuerte de Alfonso XII. Aunque nunca llegó a ser usada con fines defensivos, se convirtió en penal militar desde 1934 a 1945, por lo que tuvo que ser reformada con la construcción de unos muros que separasen a presos de guardianes. Como cárcel tuvo fama de dura y en ella murieron al menos, según los datos oficiales, 305 presos. También ha pasado a la historia porque el 22 de mayo de 1938 se fugaron 795 reclusos de los 2.497 que acogía el recinto en ese momento. La mayoría fueron apresados a las pocas horas; uno, apodado “Tarzán”, aguantó tres meses y sólo tres lograron pasar la frontera francesa. Hoy en día la naturaleza ha cubierto con su verdor el imponente edificio.

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5. Vieja cárcel de Lugo.

Hay varios proyectos en marcha para recuperar antiguos presidios y convertirlos en lugares de uso común, ya sea como hoteles, algo que se está haciendo con bastante éxito en el extranjero, o en centros sociales o culturales. Este es el caso de la Vieja Cárcel de Murcia, todavía en periodo de rehabilitación, o la vieja cárcel del partido judicial de Lugo, que fue adquirida por el Concello al resto de copropietarios tras una dura batalla legal, y que ha recibido una profunda reforma hasta transformarla en un centro cultural, recientemente inaugurado. El edificio, situado a pocos metros de la Muralla romana y del casco histórico de la ciudad, alberga una exposición permanente relacionada con su historia, una biblioteca, una zona para exposiciones temporales, salas destinadas a asociaciones culturales, artistas y artesanos y salas de uso didáctico. También cuenta con un espacio para el ocio infantil y un auditorio con 140 butacas. La cultura y el arte han sustituido al aislamiento y el sufrimiento.

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