ÁVILA
Viajamos hasta la provincia de Ávila, concretamente a Arenas de San Pedro, para conocer la sorprendente historia que esconde su fortaleza.
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a la provincia de Ávila, concretamente hasta Arenas de San Pedro. Allí descubrimos un gran número de construcciones y edificaciones verdaderamente sorprendentes y espectaculares. Un claro ejemplo lo encontramos, precisamente, en el Castillo de Arenas de San Pedro.
También conocido como Castillo de la Triste Condesa, se trata de una imponente fortificación de estilo gótico que, en junio de 1931, fue declarado Monumento Histórico-Artístico. Como no podía ser de otra manera, se trata de uno de los grandes símbolos de esta villa abulense. Tanto es así que aparece en su escudo heráldico.
Para comenzar, debemos saber que el Condestable Ruy López Dávalos fue quien, en 1400, ordenó su construcción. Y todo con el objetivo de dejar latente su dominio sobre todos aquellos territorios que Enrique III le entregó tras haber obtenido Arenas la carta de villazgo allá por 1393.
En un primer momento, pensó que era buena opción construir este castillo en lo que hoy conocemos como Mombeltrán. Fue entonces cuando los habitantes de la villa se opusieron en rotundo, ya que creían que esas obras eran nada más y nada menos que una provocación e incluso un signo de opresión. Por lo tanto, el Condestable se vio obligado a buscar otras opciones.
De ahí que el Castillo de Arenas de San Pedro sea bastante diferente a otro tipo de edificaciones similares y de aquella época. Entre otras cuestiones, porque no se erigió en un punto elevado sino todo lo contrario. Y es que se construyó en una de las zonas más bajas de la villa.
Para financiar estas obras, el Condestable impuso una serie de impuestos no solamente a los habitantes de Arenas, sino también de aldeas y villas cercanas. Al parecer, en 1422 se dieron prácticamente por finalizadas las obras de esta fortaleza. Aquel año, precisamente, Rodrigo Alonso Pimentel, segundo conde de Benavente, se hizo con el control de esta fortaleza tras el histórico destierro de López Dávalos.
Unos años después, el Conde tomó la firme decisión de entregar este Castillo a su hija Juana Pimentel como dote nupcial tras contraer matrimonio con Álvaro de Luna, quien residió de forma puntual en esta construcción. No olvidemos que, por diversas razones, Álvaro se convirtió en uno de los personajes históricos más conocidos de la época puesto que adquirió muchísimo poder. Todo ello hasta que, por una confabulación de la nobleza castellana, acabó siendo decapitado en 1453 en Valladolid.
De ahí que su mujer, Juana, desde ese preciso instante empezase a ser conocida como La Triste Condesa. Nombre por el que se conoce este Castillo de Arenas de San Pedro. No podemos dejar de mencionar la boda de María de Luna, hija de Álvaro y Juana, con Íñigo López de Mendoza para evitar que se hiciera efectivo el enlace con Diego López Pacheco, uno de los hombres de confianza del Rey Enrique IV. En este Castillo, nació don Diego Hurtado de Mendoza.
El paso del tiempo hizo de las suyas, y a lo largo de los siglos esta fortaleza se fue deteriorando considerablemente. En la década de los 60 del pasado siglo, se estudió su rehabilitación y conversión en Parador de Turismo pero, finalmente, no se llevó a cabo. A partir de la siguiente década, y hasta la actualidad, se ha utilizado como nada más y nada menos que un espacio cultural para realizar diversas actividades al aire libre. Si estás pensando en poner rumbo a Arenas de San Pedro, no olvides visitar su Castillo. ¡Estamos convencidos de que te cautivará!