NO LO PODRÁS CREER
En la frontera entre Kazajistán y Uzbekistán se localiza un gran lago que en su momento fue uno de los más importantes del mundo, pero que se encuentra prácticamente seco. Esta es la historia de cómo pasó de ser una gran lago a un gran desierto.
En Viajestic nos encantan las curiosidades sobre los distintos países del mundo, como la isla Noruega donde no se puede hacer ni morir. Hoy os traemos otra historia que os va a dejar asombrados, aunque, en este caso, tiene que ver con la marca que está dejando el hombre en el medio ambiente.
A quien le guste la geografía habrá observado que entre la parte sur de Kazajistán y el norte de Uzbekistán se encuentra una mancha azul que cualquiera podría identificar con un lago. En efecto, fue así, aunque hoy en día ya no cuenta con nada de agua. Se trata del mar de Aral, situado en la frontera de estos dos países, que en su origen albergaba 68.000 km2 y era uno de los cuatro más grandes del mundo. En él confluían dos de los ríos más importantes de Asia Central: el Syr Darya y el Amur Darya. Además, gracias a él, toda la población del alrededor vivía de la pesca, la agricultura y la ganadería, suponiendo una gran fuente de ingresos y de comercio.
Sin embargo, toda esta prosperidad tuvo su final en 1959. En esta fecha la Unión Soviética, a la que pertenecía Kazajistán y Uzbekistán, decidió probar suerte con la plantación de algodón para convertirse en uno de los proveedores más importantes de este material. Por ello, comenzaron a cultivar esta planta en esta zona, sin tener en cuenta que este cultivo necesita gran cantidad de agua para sobrevivir, y que la tierra de las inmediaciones del mar era realmente árida.
Construyeron una serie de canales que permitían desviar el agua de los ríos que alimentaban el mar de Aral hacia los cultivos de algodón. De esta manera, cada vez era menos el agua que llegaba a este lago, sumado al agua que absorvía el algodón y el agua que se iba evaporando. Sin embargo, en efecto, la URSS se posicionó como uno de los proveedores de algodón más significativos de todo el mundo. Pero la población se quedó sin su mar de Aral y esta zona se fue transformando en un desierto inmenso. De esta manera, los barcos que antes navegaban por el agua de este mar se fueron convirtiendo en simples esqueletos y chatarra vieja e inútil.
Desde 1961 a 1970, el nivel del mar bajaba 20 cm al año. De los originarios 68.000 km2 de agua, actualmente solo quedan alrededor de 6.000 km2 y el mar se divide en dos bloques completamente separados: uno que corresponde a la zona de Kazajistán y el otro a la de Uzbekistán. Sin embargo, las consecuencias negativas fueron más allá de lo que ya hemos mencionado.
Este gran desastre se extendió a la población. Al desaparecer la pesca, la ganadería y la agricultura, se produjo un éxodo masivo en busca de otras fuentes de ingresos con los que poder vivir. El clima se volvió más extreno, con veranos extremadamente calurosos e inviernos inmensamente gélidos. Además, la zona estaba comenzando a ser una fuente de graves problemas de salud, debido a la contaminación del aire y del agua. La gran cantidad de sal y minerales que dejó trás de sí el mar aumentó el volumen de fertilizantes y pesticidas, lo que también desencadenó fuertes enfermedades como tuberculosis, problemas renales y retrasos en el crecimiento de la población, así como la muerte de las especies marinas que quedaban.
En 2005 se empezó a desarrollar un plan de recuperación de la zona, mediante la construcción de la presa KoKaral. Esta consta de 13 km de largo y fue construida por Kazajistán. Pero la zona del mar de Uzbekistán se da definitivamente por muerta, siendo imposible su recuperación.
Actualmente, esta zona es objeto de bastantes turistas, quienes se desplazan hasta aquí en busca de los restos de ese mar que en su momento llegó a convertirse en una de las grandes masas de agua interiores del mundo. El cementerio de barcos oxidados situado en la que fue la localidad de Moynaq, entre las dunas desérticas, también son uno de los atractivos de esta desolada zona.