¿LA CONOCES?
Te contamos una increíble historia que rodea a una isla de la Costa Brava y que le da el nombre a este lugar. Se trata de la Isla de Oro y esta es la fascinante leyenda que la envuelve. ¡No te pierdas ningún detalle!
La Costa Brava es uno de los destinos preferidos en España para viajar en verano. Allí encontrarás espectaculares pueblos y playas, como la que te presentamos hace unos días que se encuentra a menos de una hora de Barcelona. Hoy continuamos en este litoral para contarte una interesante historia relacionada con un tesoro y que da nombre a una isla.
Y es que la Costa Brava no solo te proporciona rincones con gran encanto y aguas cristalinas, sino que también cuenta con destacadas historias y leyendas que rodean sus tierras. Una de ellas tiene que ver con la isla de Portlligat, situada a tan solo 30 metros de la costa de Cadaqués, en la provincia de Girona. Se trata de un pequeño islote que tiene una extensión de tan solo 8,4 hectáreas (unos 0.084 kilómetros cuadrados).
Esta isla es principalmente conocida por su vínculo con el pintor Salvador Dalí. El artista se enamoró de este lugar y vivió en él desde 1930 hasta 1982. De hecho, en algunos de sus cuadros dejó plasmado el paisaje de Portlligat. Hoy en día esta casa se ha convertido en la Casa-Museo Salvador Dalí, Bien de Interés Cultural desde 1997.
Sin embargo, la historia que tenemos para contarte hoy no tiene nada que ver con el pintor. La isla es también conocida como Isla del Oro y el nombre tiene una explicación. La leyenda cuenta que esta isla estaba repleta de oro y que, incluso, en sus ríos fluía este elemento. Por ello, todos los navegantes querían llegar a ella para hacerse con tal preciado botín.
Pero no se trataba de una tarea sencilla. Todo aquel que quería llegar hasta su objetivo, debía enfrentarse a una serie de pruebas y obstáculos que requerían de gran destreza y valentía.
Cuando los barcos estaban a punto de atracar en las costas de la isla, se levantaba un fuerte oleaje y remolinos que engullían la embarcación y su tripulación, lo que suponía el final de esta expedición para muchos navegantes. Sin embargo, algunos conseguían superar esta primera prueba.
El siguiente obstáculo al que se debían enfrentar era varios monstruos marinos. Se dice que estos congelaban la sangre y paralizaban el corazón de todo aquel que intentaba matarlos. A pesar de ello, había quienes lo conseguían, pero después debían pelear de nuevo con un pulpo gigante que se alimentaba de carne humana.
Los navegantes que conseguían escapar de sus tentáculos tenían que enfrentarse a la última prueba. Se trataba de ratas gigantes que atacaban el corazón, los ojos y el cerebro de los navegantes.
Solamente una persona consiguió llegar hasta el final y hacerse con el tesoro. Sin embargo, no consiguió salir de la isla con vida, pues estos últimos roedores le sacaron los ojos y el cerebro y solo devolvieron los restos de su cuerpo al mar, para que todos aquellos que quisieran acercarse a la isla supieran lo que les esperaba al final de su aventura. Una lección frente a la avaricia del poder y el dinero.