LAS CATACUMBAS DE LOS CAPUCHINOS
Desde que en el año 1599 se enterró en ellas por primera vez a un monje con fama de santo, el Hermano Silvestro de Gubio, las Catacumbas de los Capuchinos de Palermo, se fueron convirtiendo en un cementerio excavado bajo el monasterio de la orden en la ciudad.
El cementerio del recinto monástico se quedó pequeño, así que los monjes comenzaron a excavar criptas y así descubrieron las especiales condiciones climáticas que reunían las catacumbas, que conservaban los cuerpos en perfecto estado. Esto trajo cierta fama al monasterio y los frailes comenzaron, poco a poco, para dar cabida a un mayor número de restos hasta que, en 1783, se decidió conceder sepultura a todos los que fueran capaces de pagar el costo de la práctica del embalsamamiento.
Así las catacumbas capuchinas de Palermo se ampliaron y se fueron creando nuevos corredores. Y lo que al principio se iba a convertir en un cementerio privado de los hermanos, se convirtió en una especie de museo de la muerte, realmente impactante.
Miles de personas, especialmente notables de Sicilia y celebridades, decidieron confiar a los frailes sus cuerpos una vez muertos, a cambio de donaciones con las que sus familiares pagaban el proceso de momificación natural que los Capuchinos fueron perfeccionando con el tiempo.
Mantener el cuerpo después de la muerte, daba la posibilidad a las familias de los fallecidos, no sólo de llorar en la tumba de su ser querido, sino también de verle y hablar con él. Algo morboso, todo hay que decirlo.
Y de esta forma se llegaron a reunir unos 8.000 cadáveres, que hoy siguen igual que entonces, y se exponen tal cual están, como si de una galería de la muerte se tratase.
Las momias fueron colocados en los pasillos según la profesión, el sexo y la condición social. La parte más antigua es el corredor de los Capuchinos, momificados con sus hábitos, o con el vestido típico de su orden. Luego está la sala dedicada a los prelados. En el corredor de las mujeres, lo que más sorprende son los vestidos bordados y las tapas ornamentales en sus cabezas. En una capilla, conocida como la capilla del Crucifijo se encuentran los cuerpos de las jóvenes vírgenes. En el pasillo de los hombres hay figuras de la clase media emergente de Palermo y una capilla de niños y familias. En el corredor de los profesionales momias de médicos, abogados, pintores, oficiales y soldados, entre ellos el del pintor ¡Velázquez!, los escultores Filippo Pennino y Lorenzo Marabitti y el cirujano Salvatore Manzella.
El cementerio fue cerrado en 1880 y sólo se abrió en dos casos excepcionales, para acomodar a dos cuerpos más. En en 1911, el cuerpo de John Paterniti, Vice-Cónsul de los Estados Unidos y en 1920, Rosalia Lombardo, que murió a la temprana edad de dos años, y ahora se conoce como "momia más bella del mundo”
Es el cuerpo que más impresiona ya que parece una muñeca dormida. Fue momificada en 1920, mediante inyección de compuestos químicos que se desconocen. La momia de Rosalia Lombardo es el ejemplo más increíble de la obra de Alfredo Salafia, un famoso embalsamador de Palermo que dedicó su vida a investigar y a estudiar cómo hacer frente a la muerte y a cómo evitar el deterioro de la forma y la apariencia de la persona fallecida. Y vaya si lo consiguió.
El estado de conservación de los cadáveres expuestos hace que este cementerio del Convento de los Capuchinos de Palermo, sea uno de los lugares más impresionantes que uno puede visitar en el mundo. Una visión sorprendente y fascinante que muestra el desafío del hombre por conseguir la inmortalidad y nos muestra una costumbre arraigada en Sicilia. Un macabro espectáculo que nos cuenta los usos, las costumbres y tradiciones de esta orden en la ciudad de Palermo, entre los siglos XVII y XIX. Un patrimonio cultural único que atrae y fascina a todos aquellos que se adentran en este submundo, incluyendo a intelectuales, poetas y escritores como Alejandro Dumas, Mario Praz, Guy de Maupassant, Fanny Lewald y Carlo Levi.
Estas catacumbas se pueden visitar, si te sientes con fuerza, todos los días de 9h a 13h y de 15h a 18h. Es un museo de la muerte, con momias al alcance de la mano, tan sobrecogedoras que de verdad asustan. No hay más que ver las imágenes.