DÍA DE LOS ENAMORADOS
¿Por qué cuando pensamos en grandes historias de amor acabamos siempre hablando de amores trágicos?
Resulta no poco curioso que cuando hablamos de grandes romances solemos referirnos a grandes historias de amor, sí, pero casi siempre de trágico final y no importa si lo hacemos pensando en relatos literarios o cinematográficos ni si pensamos en historias reales: la más representativa y recordada de las historias románticas es la de Romeo y Julieta que, como bien sabes, acabaron muertos a cuenta de terribles equívocos sin poder vivir su amor plena y largamente; lo mismo les sucedió a Los Amantes de Teruel, muertos, el primero y ella poco después, cuando descubrieron que su amor era ya imposible.
Podemos pensar en Verona y Teruel como grandes destinos románticos, también París, en Roma o Nueva York si queremos ceñirnos a los clásicos pero nosotros hoy vamos a sugerirte cuatro destinos que no suelen recomendarse como destinos románticos y en realidad lo son porque están ligados a grandes historias de amor que ¡albricias! acabaron bien; si quieres apostar por los finales felices, tanto si son literarios, peliculeros o reales, toma nota de estos cuatro lugares:
Pemberly
Tanto si has leído la novela de Jane Austen Orgullo y Prejuicio como si sólo has disfrutado de la historia que cuenta en la película del mismo título, seguro que sabes que Pemberley era la famosa mansión de Darcy, el héroe de esta novela, una casa que se convirtió también en la de Elisabeth Bennet cuando la historia tortuosa que ambos vivieron acabó en boda, en un final feliz en toda regla. Pues bien, Pemberly es una mansión de novela, sí, pero resulta que hay varias mansiones que han sido Pemberley en diferentes adaptaciones de la novela al cine o la televisión, te recomendamos dos: Chatsworth House en Debyshire Dales que es Pemberly en la película del año 2005 protagonizada por Matthew macfadyen y Keira Knightley; y Lyme Park en Cheshire, que es Pemberly en la serie de la BBC de 1995 en la que Colin Firth es Darcy.
Los Acantilados de Moher
¿Unos acantilados como destino romántico? Sí, por su imponente estampa, porque si sopla el viento puedes incluso disfrutar (aunque seguro que no cómodamente) de un fenómeno natural poco común, el de las cascadas invertidas... Y porque son los Acantilados de la Locura en una película inolvidable, La Princesa Prometida, uno de esos romances de cuento y aventura que dejan siempre un regusto agradable porque acaban bien.
El Castillo de Candé
Este castillo está en el Valle del Loira que es, por sí mismo, un destino romántico ¿cómo no serlo si su naturaleza es bella y frondosa y está lleno de castillos? Ahora bien, nosotros estamos persiguiendo historias románticas con final feliz... Historias como la que protagonizaron Eduardo VIII de Inglaterra y Wallis Simpson: él renunció al trono para casarse con ella; su historia recuerda a la de Carlos III y Camila con la diferencia de que entonces... eran otros tiempos (o algo así); es verdad que tuvieron que renunciar al trono de Inglaterra y a Inglaterra entera pero se casaron en este castillo del Valle del Loira y fueron un matrimonio feliz entre Francia y Estados Unidos hasta que a él lo mató el cáncer y ella se recluyó (que eso no es que sea feliz... pero pudieron vivir su amor, no como otras grandes historias románticas que acabaron antes de empezar). El castillo se puede visitar, es más, se puede contratar una visita guiada para que te hablen de los célebres personajes que pasaron por él (Wallis y Eduardo entre ellos, claro, pues se casaron aquí).
Mónaco
¿Por qué Mónaco? Porque el Principado nos ha dado otra historia feliz que es, en cierta medida, similar a la de Eduardo y Wally solo que aquí la que renuncia es ella (no al trono sino a una exitosa carrera como actriz); del mismo modo vieron felices y formaron una guapa familia aunque su historia podía haber durado más, terminó cuando la muerte de Grace en un accidente de coche los separó.