UNA AUTÉNTICA AVENTURA EN EGIPTO
Viajar a través de kilómetros y kilómetros de dunas doradas para ver asombrosas formaciones rocosas y descansar en un precioso oasis. Esta es la aventura que os proponemos hoy, en uno de los países más fascinantes de África. Viajamos a Egipto, a su desierto más occidental.
A través de dunas, cañones, oasis, mesetas montañosas y valles al oeste del Valle del Nilo llegaremos al Desierto Blanco, donde la arena y las piedras negras dejan paso a un imponente paisaje lleno de extrañas y mágicas formaciones de piedra caliza que se han ido formado como resultado de las tormentas de arena ocasionales que se dan en la zona.
Hermosas y místicas estas rocas se elevan sobre el terreno erosionadas por el viento y que con el paso de los años han adoptado formas caprichosas y originales que atraen, no solo a los turistas, sino también a egipcios de todo el país. El desierto Blanco es un paisaje fascinante e intimidador, inmenso, un lugar que hay que explorar con calma, y una de las principales atracciones geográficas de Farafra. Aquí los safaris por la arena son casi obligados. El desierto blanco fue declarado parque nacional y es un área natural protegida por el gobierno egipcio.
El oasis más aislado del desierto Occidental egipcio es el oasis de Farafra, un lugar sorprendente, un universo verde de belleza excepcional, que surge ante nuestros ojos en un entorno árido y agreste. El mejor punto de partida para una incursión a este territorio infinito. A 350 kilómetros de la capital, no hay aeropuerto así que llegar hasta allí ya es toda una aventura. El viaje aunque accidentado merece la pena. El lugar es tranquilo, y es a día de hoy el oasis más aislado y menos poblado del país del Nilo. Farafra es una pequeña ciudad de casas de adobe y estrechas callejuelas que se agrupan en torno a una antigua fortaleza.
Desde el Cairo encontrarás excursiones de un día, otras con acampada en el desierto, e incluso coches con conductor para llegar a la zona y poder estar más a tu aire. Eso si, no esperes resorts de lujo ni comodidades de hoteles de cinco estrellas. Aquí la vida se vive intensamente, como antaño.
En Farafra, también puedes visitar el curioso museo de Badr o desplazarte desde la única ciudad del oasis, Qasr Al-Farafra, hasta un manantial termal, el conocido como Bir Sitta, o hasta el lago de El-Mufid. Las temperaturas en Farafra son bajas desde el mes de octubre y hasta el mes de abril, la mejor época para viajar allí. Porque en los meses restantes, las temperaturas pueden alcanzar de 35 a 45 ºC .
Y para completar la experiencia, ¿a qué sorprende saber que en medio de este universo de arena y roca puedes nadar en aguas termales? Debido a su ubicación geográfica y a la formación geológica de este oasis, hay una serie de pozos de agua naturales. Más de 100 pozos repartidos por zona. La mayoría de estos pozos se utilizan para cultivar la tierra, pero algunos se han convertido en un destino turístico, como el de Bir Sitta. Pues sí, después de explorar el desierto Blanco no hay nada como un reparador baño de agua caliente en un manantial natural increíble.
La mejor manera de reponer el cuerpo y la mente en este entorno embriagador. Las aguas de algunos de los pozos contienen azufre, un componente que ayuda a recuperar los músculos y las articulaciones. A tan solo 5 kilómetros de Qasr al-Farafra. Disfrutarás del agua que sale a borbotones en una piscina de hormigón tamaño jacuzzi. Espectacular si te bañas al caer el sol o bajo las estrellas.
También hay un gran lago y un pozo con el nombre de Abu Nus situado a 15 kilómetros al norte del oasis de Farafra. Esta es una aventura para los que aman los destinos exóticos más extremos.
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Oasis de Farafra