ALEMANIA
En su mercadillo navideño se pueden comprar productos artesanos y únicos que te costará encontrar en otro lugar.
Cuando llega el mes de diciembre, son muchas las personas viajeros que preparan una escapada para descubrir un destino navideño. Los pueblos y ciudades en esta época del año desprenden un encanto especial, y las luces, los adornos y los mercadillos se encuentran repartidos por todos los rincones. Ya lo hemos dicho más veces: optar por ciudades como Londres es todo un acierto. Pero también hay otros puntos del planeta menos conocidos que también se visten de gala para la ocasión. Por ejemplo, Annaberg-Buchholz.
Antes de seguir y hablar sobre la Navidad en este lugar, lo primero que debemos hacer es situarlo en el mapa. Annaberg-Buchholz es una localidad alemana ubicada en Sajonia, muy cerca de la frontera con la República Checa, y tiene varios monumentos de interés como la St. Annen Kirche o el Museo de los Montes Metálicos. Por supuesto, podrás visitar ambos y un puñado más si decides escaparte allí unos días. Pero si viajas allí en diciembre, además, podrás disfrutar al máximo de la época más mágica del año.
Hasta el 23 de diciembre, cada año se instala en Annaberg un mercadillo de Navidad que nada tiene que envidiarle a los de las grandes ciudades. Se ubica en el centro de la localidad, junto a la Iglesia de Santa Ana que hemos mencionado unas líneas más arriba, y cada día lo recorren multitud de personas que acuden a la plaza atraídas por el ambiente festivo que desprende.
En los puestos del mercado se pueden comprar una amplia variedad de productos, pero hay algunos que destacan sobre el resto porque no se encuentran en otros mercados europeos. Hablamos de las obras de arte elaboradas con madera de los Montes Metálicos, la cordillera junto a la que se levanta el pueblo. Pero también de las estrellas plegables de Annaberg, unos adornos navideños hechos a mano con papel y que se han convertido en todo un imprescindible en muchos hogares durante la Navidad.
Esto no es, no obstante, lo único a destacar del bonito mercadillo navideño de Annaberg. De hecho, hay dos elementos que llaman la atención nada más poner un pie en él: su enorme árbol de Navidad, perfectamente adornado, y la pirámide que preside la plaza por su gran altura.
Por supuesto, tampoco podemos olvidarnos de la gastronomía. El olor del incienso que se desprende de algunas casetas se mezcla con el de las almendras tostadas y el vino caliente especiado, una bebida típica que no puedes dejar de probar si viajas hasta Alemania por Navidad.
Pero por si todo esto fuera poco, todavía hay más. Y es que debes saber que en Annaberg se mezclan las tradiciones navideñas con su tradición minera. Por eso, durante las semanas previas a la Navidad se hacen una treintena de desfiles del gremio de los mineros en los que participan cerca de 1.200 uniformados de Sajonia.