Hotel en Alaska
Fairbanks se encuentra en el centro geográfico de Alaska, muy alejada, por tanto, del Pacífico. Sin embargo, esta falta de acceso al mar en un estado tan complejo en cuanto a infraestructuras, así como gozar de un clima subártico con máximas de -16 ºC en enero, no ha sido un problema para que se convirtiera en la segunda ciudad más poblada de la región, con algo menos de 35.000 habitantes (casi 100.000, si contamos los municipios de los alrededores).
Allí se encuentra uno de los hoteles más curiosos de Norteamérica, ocupado siempre por viajeros que acuden a Fairbanks para observar las auroras boreales, que en esta zona son visibles 200 días al año, todo un récord. Se trata del Aurora Express, un nombre muy apropiado si tenemos en cuenta que es el que tenía este hotel cuando funcionaba como tren de pasajeros y no como hospedería.
Y es que lo que ahora es un Bed & Breakfast (desde 145 €/noche) se trata de un tren rehabilitado que, además, puede presumir de encanto. Además, no estamos ante un par de vagones, sino de todo el conjunto, locomotora incluida, que conserva desde su número de matrícula (el 3021) hasta sus colores y bandera, ambos azul cobalto y amarillos.
El que haya sido posible se debe al empeño de la familia Wilson, ya que, en un principio, la idea era que el tren se convirtiera en un museo, pues los vagones y su interior son de época. Ahora, en cambio, son el hogar de cientos de huéspedes cada año, que desde sus pequeñas ventanas pueden observar tanto Fairbank como los parques naturales que rodean a la ciudad, al encontrarse sobre una colina.
Uno de los vagones en el National Domain, de 1956, y del que solo hay 11 iguales en el mundo de su serie, se ha divido en dos suites, cada una decorada de modo que represente un periodo diferente de la historia de los ferrocarriles de Alaska. Aún así, no falta una gran cama con cabecero de hierro forjado y colcha de terciopelo, ni cuadros del siglo XIX y XX de estilo Impresionista, o detalles Art Decó como los pavos reales de cristal de colores que preside la estancia.
Otro de los vagones del tren es un antiguo vagón-hospital, The Arlene, que fue utilizado durante la Segunda Guerra Mundial y que también se ha reconvertido en dos dormitorios. Un tercer vagón que merece atención es el Golden Nellie Caboose, el más lujoso en cuanto a decoración.
La web del Aurora Express permite conocer los seis vagones que se han rehabilitado para albergar habitaciones, así como los que acogen las áreas comunes, que incluye una biblioteca, así como un salón de juegos y descanso. No falta una selección de prensa diaria ni información turística sobre qué hacer en el centro de Alaska.
El desayuno se sirve en un antiguo tren-restaurante, que apenas se ha retocado para mantener el espíritu intacto. Como buenos norteamericanos, no faltan los huevos, el bacon ni las salchichas, así como una gran jarra de café caliente recién hecho y tostadas al gusto.
Nada como un despertar así para irse a recorrer los bosques cercanos. Por ejemplo, el del valle del río Tanana, con múltiples arroyos que descienden vertiginosamente por las laderas de las sierras cercanas, con las Montañas Blancas al fondo.