EL PARQUE NACIONAL DE MAKGADIKGADI PANS
Durante gran parte del año, la mayor parte de esta desolada zona permanece árida por falta de agua. Sin vida, sin fauna silvestre, rígido, llano, eterno y fusionándose con el horizonte. Pero solo durante una parte del año. En época de lluvias en esta parte del continente africano, las dos sartenes más grandes de este territorio de Botsuana, Sowa al este y Ntwetwe al oeste, se inundan cambiando radicalmente el paisaje y llenando de vida todo cuanto abarcan. Es el momento en el que las cebras y los ñus se acercan a estas llanuras.
El agua de lluvia que cae sobre las ollas se une a los flujos estacionales de los ríos Nata, Tutume, Semowane y Mosetse en el este, y en años de lluvias excepcionales, al Okavango a través del río Boteti en el oeste. Durante este tiempo, las cacerolas se suelen transformar en un lago azul, intentando mostrar aquello que fue alguna vez.
Estamos en Makgadikgadi, un área de 12.000 kilómetros cuadrados, parte de la cuenca del Kalahari, en el centro de la sabana seca del noreste de Botsuana, una de las salinas más grandes del mundo. La cacerola es todo lo que queda de un antiguo e inmenso lago que se secó hace varios miles de años.
El explorador británico David Livingstone, atravesó estas cacerolas en el siglo XIX, guiado por un baobab masivo, el árbol de Chapman, que se cree tiene de 3.000 a 4.000 años de antigüedad, único en cientos de kilómetros. Y al ver este increíble árbol, aún hoy, uno puede imaginar esta tierra como un territorio inexplorado, e imaginar, cómo aquellos hombres, a menudo arriesgaron sus vidas cruzando el desierto en carretas de bueyes a través de este terreno hostil y agotador.
El Makgadikgadi, de hecho, está formado por una serie de cacerolas, rodeadas de otras cacerolas más pequeñas; y al norte, entre las cacerolas Kudiakam, Nxai Pan y Kaucaca Pan, dunas de arena, islas rocosas y penínsulas, y un terreno desértico.
Ninguna vegetación consigue crecer en la superficie salada de estas cacerolas, pero si en las franjas, cubiertas por pastizales. Los árboles baobab se pueden ver en algunas zonas, y sus siluetas crean paisajes fabulosos a la caída del sol.
La reserva de caza de Makgadikgadi Pans en la estación húmeda, puede ofrecer una buena observación de vida silvestre, particularmente cuando grandes manadas de cebras y ñus comienzan su migración hacia el oeste, a la región de Boteti. Y otras especies como gacelas órice, hartebeest rojos, jirafas, e incluso elefante, con todos los depredadores acompañantes, así como la rara hiena marrón.
Los seres humanos, aunque parezca mentira, han habitado la zona de las cacerolas desde la edad de piedra, y se han adaptado a los cambios geográficos y climáticos. Así, hay sitios arqueológicos donde se han encontrado herramientas y huesos de pescados que formaban parte de su alimentación. Hoy, hay numerosas aldeas en la zona. Mopipi, Mmatshumo, Nata, Gweta y Rakops, se sitúan en las franjas de las cacerolas.
Uno de los destinos más populares en el Makgadikgadi es la isla de Kubu, un afloramiento rocoso cerca de la costa suroeste de Sowa pan. Esta isla en forma de media luna tiene aproximadamente un kilómetro de largo, y sus laderas están repletas de playas con fósiles de piedras redondeadas. Aparte del aislamiento misterioso de esta isla remota, y de su impresionante belleza, Kubu es rica en restos arqueológicos e históricos. Eso unido a los baobabs en la isla rodeados por la superficie de sal blanca, la convierten en un lugar mágico.
El Santuario de Nata en Sua Pan es un lugar para ver aves y antílopes. El número de flamencos pueden llegar a cientos de miles, y el espectáculo es completamente abrumador. En Nxai Pan todavía se pueden ver los baobabs pintados por el artista y también explorador británico del siglo XIX Thomas Baines. La zona puede ser visitada desde las ciudades de Nata y Maun, o desde la ciudad de Gweta. Más información: Makgadikgadi Pans National Park
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