ECUADOR
Visitamos la capital de Ecuador para conocer la sorprendente historia que esconde la imponente Basílica del Voto Nacional de Quito.
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Quito, capital de Ecuador. En esta ciudad, encontramos un gran número de monumentos y construcciones que no dejan absolutamente indiferente a nadie. Un claro ejemplo lo encontramos en la Basílica del Voto Nacional.
Por sus impresionantes dimensiones, ha llegado a ser considerado como el templo neogótico más grande de América. Por si fuera poco, también era el templo religioso más alto de Hispanoamérica hasta 2017, superado por la espectacular Catedral Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Manizales.
La Basílica del Voto Nacional de Quito, a través de su historia
Para comenzar, debemos saber que la idea de construirla surgió por la necesidad de erigir un monumento como recuerdo de la consagración de la República del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús. Algo que planteó Julio Matovelle allá por el año 1883.
Para este proyecto, se decidió contar con Emilio Tarlier, uno de los arquitectos franceses más reconocidos de la época. Inspirándose en la Catedral de Notre Dame de París, realizó los planos de esta basílica entre los años 1890 y 1896. Aunque la expedición del decreto para comenzar las obras se realizó en julio de 1883, lo cierto es que no fue ratificado hasta principios de marzo de 1884.
En un primer momento, la construcción iba a realizarse en el sector de El Belén pero, al darse cuenta de que los terrenos no son lo suficientemente sólidos para una obra de tal envergadura, cambiaron de lugar. De esta forma, se surgirió erigir la basílica en la quinta de la familia Hurtado. En 1887 tuvieron la aprobación del Papa León XIII para esta construcción y, durante un total de 5 años, estuvo a cargo de los Padres del Corazón de Jesús. En 1892 se puso la primera piedra, y entre este año y 1909, se llevó a cabo la construcción de la Capilla del Corazón de María.
Durante mucho tiempo, se recibieron donaciones por parte de los creyentes a cambio de grabar sus nombres en las piedras. Es más, en 1895, el Estado implantó nada más y nada menos que un impuesto por las compras de la sal, con el fin de continuar con la edificación.
Se puede decir que la construcción de esta basílica, tal y como se conoce en la actualidad, terminó en 1924. Fue entonces cuando comenzaron a oficiarse misas en la nave central y se empezó a repicar las campanas. Hubo muchas creencias sobre esta construcción como que, el día que se terminase se acabaría el mundo o, incluso, Ecuador desaparecería. Sea como sea, la basílica bue bendecida en enero de 1985 por el Papa Juan Pablo II, aunque su inauguración oficial se llevó a cabo en 1988.