Europa
La capital de Hungría es una de las ciudades más bellas y destacadas de Europa Central. Su origen imperial hace que en ella se observen multitud de contrastes entre las tradiciones más arraigadas del viejo continente y la modernidad de los nuevos aires que están llegando a Europa últimamente.
La historia de esta ciudad surcada por el río Danubio comenzó en el siglo XIX cuando se agruparon dos ciudades, Buda y Pest, situadas a ambos lados del Danubio, una en la orilla occidental del río y otra en la oriental. En un principio, en 1873, se bautizó como Pest-Buda y posteriormente adquirió el nombre con el que hoy la conocemos.
Budapest es conocida con el nombre de “la perla del Danubio” y es que su belleza es tal que hechiza. La parte de Buda es la antigua sede real y donde se encuentran las viviendas más elegantes, mientras que en Pest se aglutinan los comercios y el centro económico.
La primera visita obligada en la ciudad es el Parlamento, situado a orillas del río y con una espectacular iluminación por la noche. Es uno de los edificios más característicos de Budapest y también más hermosos; además de que solo es superado en tamaño por dos parlamentos en el mundo, el argentino y el de Rumanía.
También es inevitable en una visita a la ciudad recorrer sus dos calles más importantes, la Avenida Andrássy y Váci Utca, una calle peatonal repleta de cafeterías, tiendas de recuerdas y comercios. El Castillo de Buda define el perfil de la ciudad y es que es el palacio en el que antiguamente vivían los reyes de Hungría. Para llegar al castillo hay que atravesar un montón de callejuelas en las que merece la pena olvidarse del reloj durante algunas horas.
Cerca de él, en el punto más alto de la colina, desde el llamado Bastión de los Pescadores, se tienen probablemente las mejores vistas de la ciudad desde un mirador. Se terminó de construir en 1902 y merece la pena subir a él al atardecer para captar toda la magia de Budapest.
El Puente de las Cadenas se inauguró en 1849 tras casi dos décadas de obras y actualmente es uno de los más icónicos de todo el Danubio. Hasta que no fue construido por István Széchenyi, el Danubio solo se podía cruzar en barco o a pie cuando las aguas estaban congeladas en invierno. Durante la Segunda Guerra Mundial, el puente original fue destruido como otros tantos otros, pero fue reconstruido.
La Ópera, de estilo renacentista, es toda una sorpresa para los amantes de la música ya que su
Y para comer… imprescindible probar la famosa sopa goulash, elaborada con carne, verduras y algunas especias como la paprika. O apostar por cualquiera de sus platos de carne, en los que la seña de identidad son las especias y la cebolla que, combinados con cualquiera de sus vinos más típicos, resultan deliciosos.
Los amantes de la Fórmula 1 tienen también un lugar sagrado al que ir, y más ahora que acoge el Gran Premio. El circuito de Hungaroring –también conocido como “el Mónaco del Este”- rugirá entre el viernes 25 de julio y el domingo 27 de julio.
Se encuentra a 20 kilómetros de Budapest y es la pista más estrecha del mundial sin contar los trazados urbanos. Fue aquí donde Fernando Alonso en 2003 consiguió la primera victoria de su carrera profesional, con la diferencia de que por aquel entonces vestía un mono de la escudería Renault.
Aquellos que no tengan la suerte de desplazarse a la ciudad para verlo en directo, podrán hacerlo sin moverse de casa a través de Antena 3. Desde los entrenamientos del viernes y sábado, hasta la clasificación, las carreras de GP3, GP2 y el Gran Premio a las 14.00 horas del domingo.