Viaje a Venecia
Un fin de semana en la bella Venecia es suficiente para visitar las dos islas más bonitas de la laguna. Llenas de color y de vida, Burano y Murano no dejan indiferente a nadie.
Venecia es una ciudad maravillosa formada por nada más y nada menos que 118 islas divididas por canales y unidas por puentes. Visto así parece que se trata de un lugar enorme y que se necesita mucho tiempo para verla entera, pero nada más lejos de la realidad. Un fin de semana es suficiente para conocer sus lugares más importantes: la Plaza de San Marco o el puente de Rialto, entre otros.
Es por eso que siempre se le va a poder dedicar un día, una mañana o una tarde al resto de las islas de la laguna. Y es que Venecia no está sola, sino que a muy pocos quilómetros hay varias islas más pequeñitas y, de entre esas, algunas no tienen desperdicio. Pero sin duda alguna las más conocidas son Burano y Murano: dos islas pintorescas que no puedes perderte por nada del mundo. Así, en una estancia en Venecia es casi obligatorio montarse en un vaporetto –uno de los barquitos autobús que transportan tanto a los venecianos como a los turistas por la propia isla y por las de alrededor– y acercarse a pasar unas horas a estas islas ya citadas.
Murano es conocida sobre todo por la fabricación de vidrio, es por eso que a orillas de su canal principal –porque sí, en estas islas también hay canales y puentes– hay multitud de tiendas que muestran objetos hechos con este material en sus escaparates. Además, con un poco de suerte, puedes encontrarte algún taller en el que en ese momento estén haciendo una demostración de cómo trabajan para fabricarlo. Pero esto no es todo, sino que justo al lado del canal hay una gran figura hecha con vidrio azul que se llama Cometa di Vetro.
Además, pasear por alrededor del canal principal se convierte en un paseo agradable porque todas las fachadas están pintadas con tonalidades naranjas y rosas. No son demasiado llamativas, pero hacen que desde los puentes aparezcan ante ti postales preciosas.
Pero si hablamos de postales preciosas, sin duda éstas las encontramos en Burano: una isla en la que no vas a ser capaz de guardar el móvil o la cámara de fotos porque en ella todo es luz, vida y color. ¿Por qué? Porque sus habitantes están obligados a pintar las fachadas de sus casas de colores vistosos. Y lo mismo pasa con quienes tienen tiendecitas; tiendas cuyos dueños son en su mayoría personas residentes en Burano que venden los trabajos de encaje de hilo que han hecho a mano.
Así, en Burano todos los edificios son de colores vivos. Verde, azul, rosa, amarillo, rojo, naranja. Todos los colores se mezclan por las calles de la isla más bella y pintoresca de la laguna veneciana. Una isla en lo que mejor que puedes hacer es pasear sin rumbo, perderte y dejarte cautivar por su belleza.