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América Sur

Cajamarca, el último latido inca en Perú

La capital de la sierra Norte peruana es uno de los centros arqueológicos más importantes de los Andes.
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En 1532, un suceso hizo entrar en la historia a la villa de Cajamarca: fue aquí donde se produjo la captura del inca Atahualpa durante la conquista de Perú por parte del reino de España. Lejos del ostracismo, y a pesar de encontrarse en plena sierra Norte, la urbe no solo no decreció, sino que llegó a obtener, tres siglos después, el estatus de ciudad, con su propio escudo de armas. Hoy es el epicentro de diferentes rutas arqueológicas y ejemplo de ciudad colonial, con numerosos vestigios de la presencia española durante tres siglos. Así, su Plaza de Armas, en la que Pizarro apresó al líder indígena, sigue siendo una de las más grandes y bellas del país. Su monumento central data del siglo XVIII. Es una fuente ornamental de base octogonal a cuyo alrededor se levantan unos jardines a los que dan algunos de los edificios más importantes de Cajamarca. El Cuarto del Rescate, en el centro histórico y del que se cree que pudo haber sido un antiguo palacio inca, es la única huella notable de aquella población prehispánica dentro de la ciudad. A 20 kilómetros, en cambio, se encuentra el complejo arqueológico de Cumbemayo, con diferentes restos de altares ceremoniales. No hay que dejar de visitar dos templos del siglo XVII. Por un lado, la Catedral, edificada en la antigua Casa de Justicia. Por otro, la iglesia de San Francisco, levantada en 1699 con las piedras labradas de la llamada Casa de la Sierpe, propiedad del cacique Calixto Astopilco, y con piedras del cerro de Santa Apolonia, aún hoy uno de los mejores miradores de Cajamarca. Bajo su altar mayor hay unas catacumbas con los restos de miembros de la orden franciscana y de la nobleza indígena. Perú se ha convertido en uno de los escaparates gourmet. La cocina tradicional de Cajamarca no es menos. Platos como el Picante de papa con cuy frito, la cecina Shilpida con huevo o el dulce de berenjena son algunas de las delicias que el viajero no puede dejar de probar. Merecerá la pena abandonar las rutas más transitadas del país para conocer este rincón único con sabor inca.