BÉLGICA
Viajamos hasta la ciudad belga de Brujas para conocer la sorprendente historia que esconde su espectacular Campanario. ¡No te dejará indiferente!
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Brujas, situada en Bélgica. Se trata de una ciudad medieval que, desde luego, no deja absolutamente indiferente a nadie. Todo aquel que visita su casco antiguo, se queda verdaderamente enamorado y con muchas ganas de volver a recorrer sus calles.
Entre sus numerosos monumentos y edificaciones, hay uno que llama poderosamente la atención. Estamos hablando, cómo, del Campanario de Brujas. Éste forma parte de un grupo de 56 torres y campanarios que podemos encontrar en Bélgica y Francia que están incluidos en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. ¡Y no es para menos!
Debemos tener en cuenta que, en el lugar en el que se encuentra actualmente el Campanario de Brujas, estaba ubicada una torre de madera que se erigió en 1240. La torre no solamente albergaba el mercado de la lana, sino que también tenía una función administrativa. Es más, en esta construcción se encontraban los archivos de Brujas.
Pero en 1280, la Torre quedó destruida como consecuencia de un fuego. Por lo tanto, los archivos anteriores a esa fecha, se perdieron. Fue entonces cuando se tomó la firme decisión de construir un Ayuntamiento en otro punto, donde se derivaron la gran mayoría de funciones administrativas. No fue hasta 1296 cuando se pudo reconstruir la torre, que contaba con una aguja de madera.
En 1741, un nuevo incendio destruyó la flecha del campanario, que fue reparada en 1753. Fue entonces cuando se procedió a reconstruir la Torre hasta alcanzar la forma que conocemos en la actualidad. Este Campanario de Brujas cuenta con una altura de 83 metros y tiene como curiosidad que está ligeramente inclinado hacia la izquierda, desde hace cuatro siglos. En la actualidad se puede visitar pero, para llegar al punto más alto, hay que subir hasta 366 escalones. No podemos dejar de mencionar el Carrillón, que tiene nada más y nada menos que 47 campanas.
Cabe destacar que, antes del siglo XVI, las campanas sonaban de manera manual y que el toque de campanas tenía un significado concreto. Desde la apertura y cierre de las puertas de la ciudad, hasta el toque de campanas festivo, pasando por el toque que indicaba que no estaba permitido ir por las calles sin una antorcha en la mano. ¡De lo más curioso!