MÉXICO
Es el momento de que descubras la curiosa historia que se esconde tras el Castillo Douglas, situado en Aguascalientes (México).
El Castillo Douglas de Aguascalientes es uno de los grandes emblemas de México y, sencillamente, no es para menos. En el emblema de la entrada a este lugar podemos encontrar algo muy concreto: “Amore ne vanitate”, es decir, “Amor, no vanidad”. En efecto, Edmundo Ortega Douglas mandó construir este castillo por amor y no por vanidad.
Es el momento de conocer la verdadera historia de amor que se esconde tras el Castillo Douglas, que comienza en el siglo XIX. En ese momento, un escocés conocido por el nombre de John Douglas, llegó a estas tierras. Nacido en Bury (Inglaterra) en 1840, acabó luchando en la guerra de la independencia de Escocia.
John decidió viajar a México, estableciendo su residencia en Aguascalientes. En este lugar creó varias empresas entre las que se encontraba la primera planta generadora de energía de la ciudad. Lo que se sabe también es que Adela Douglas Valencia, su hija, se casó en el año 1887 con José Guadalupe Ortega. De este enlace nació el responsable de la construcción del castillo, es decir, Edmundo Ortega Douglas.
Este hombre tomó la decisión de construir este mágico castillo como prueba de amor a Carmen Llaguno Cansino, es decir, su prometida. Él estaba verdaderamente fascinado por las historias de sus antepasados, por lo que se aseguró que esta edificación pareciera un castillo escocés de la Edad Media.
Esta edificación se realizó con piedra maciza de San Luis Potosí y, por si fuera poco, fue adornado con espectaculares vitrales venecianos. En su momento no solamente contaba con amplios jardines donde se celebraban fiestas familiares, sino también un precioso lago artificial. Cabe destacar que no le falta detalle.
Uno de ellos tiene que ver con una costumbre escocesa en la que versa que los recién casados deben sellar aquella puerta por la que entran por primera vez a su hogar con nada más y nada menos que una chimenea. Ortega Douglas hizo lo propio, sellando su amor con una espectacular chimenea que aún podemos ver.
Edmundo falleció en el año 1970 y, desde entonces, ha caído en el olvido. Bien es cierto que en 1997 fue rehabilitado y llegó a ser utilizado como un restaurante, convirtiéndose en una oportunidad única para disfrutar de este peculiar castillo que, desde luego, no deja indiferente a nadie.
Este negocio cerró y, por tanto, este edificio fue abandonado tal y como ocurre en la actualidad. De hecho, tan solo se puede ver a través de un pequeño orificio que existe entre esos muros que le rodean. La familia quiere que se le dé un uso turístico o cultural pero, por el momento, tendrán que esperar a que el gobierno o un inversor tome esta decisión.