ESLOVENIA
Viajamos hasta Eslovenia para conocer la espectacular historia que esconde el Castillo de Liubliana. ¡No te dejará indiferente!
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Eslovenia, concretamente hasta la ciudad de Liubliana. Estamos ante un lugar de ensueño que cuenta con numerosas edificaciones, diversos monumentos y varios rincones especiales que no dejan absolutamente indiferente a nadie.
Un claro ejemplo lo encontramos, precisamente, en el conocido como Castillo de Liubliana. Se trata, indudablemente, de uno de los grandes símbolos de la ciudad. Está ubicado en un lugar verdaderamente privilegiado, sobre una colina en el centro de la capital de Eslovenia. ¡Es sencillamente espectacular!
El Castillo de Liubliana, a través de su historia
Esta fortaleza se erigió sobre los restos de esos primeros asentamientos que hubo en la zona, que nos hacen viajar a la etapa comprendida entre la Edad de Bronce y la Edad de Hierro. Se trata de un lugar verdaderamente idílico, puesto que está repleto de bosques, pero también de muchos campos para sembrar.
Además, también era un rincón idóneo para cazar y estaba tremendamente próximo al río que pasa por la ciudad. Tras los hombres prehistóricos y los celtas, los romanos establecieron un puesto militar en el mismo sitio en el que está ubicado, en la actualidad, este Castillo. Debemos tener en cuenta que, aproximadamente en el año 100 a.C., Liubliana era la ciudad romana de Emona. Poco a poco, se fueron construyendo todas esas murallas que la rodean.
En la Edad Media, cuando Liubliana empezó a ser conocida con ese nombre, la familia Breze Saleski logró hacerse con los terrenos en los que actualmente se encuentra este castillo. Fue entonces cuando dieron orden de construir nada más y nada menos que una impresionante mansión-fortaleza.
Ya en el siglo XIII, el Castillo fue cambiando de dueños hasta el siglo XV, cuando se produjo la conquista de los turcos. Durante esa etapa, la fortaleza sufrió un gran número de modificaciones. Esto hizo que la seguridad aumentase considerablemente, puesto que los muros exteriores se renovaron y la estética cambió por completo, otorgándole ese aspecto militar.
En 1515, la ciudad fue víctima de un terrible terremoto pero, por fortuna, el Castillo resistió. Pero no solamente eso, sino que también aguantó los constantes enfrentamientos entre nobles y campesinos. Todo ello mientras los moradores fueron añadiendo, poco a poco, salones para reuniones, zonas residenciales y hasta capillas.
En el siglo XVII, el Castillo dejó de ser denominado como “fortaleza” puesto que empezó a ser utilizado como nada más y nada menos que depósito militar. Es decir, un almacén donde se guardaba pólvora, munición, armas. Esto era un gran peligro para los que vivían cerca de esta construcción, puesto que estaban constantemente expuestos a explosiones e incendios.
No podemos dejar de mencionar el año 1797, cuando los franceses se hicieron con este Castillo para ser utilizado como cuartel y hospital militar. En 1815, pasó a manos de los austriacos, que lo usaron como cárcel. Tuvo esa utilidad durante muchos años hasta que, en 1905, Iván Hribar, como alcalde de Liubliana, tomó la decisión de comprarlo con el fin de dar techo a aquellos ciudadanos que no encontraban casas. ¡Un gran gesto!