CUBA
Ponemos rumbo a Cuba, concretamente a La Habana, para conocer la sorprendente historia que esconde el Castillo de los Tres Reyes.
No es ningún secreto que La Habana es una de las ciudades con más encanto de América. Y siendo honestos, no es para menos. Encontramos un gran número de rincones, construcciones y edificaciones que, desde luego, no dejan absolutamente indiferente a nadie. Un claro ejemplo lo encontramos en el conocido como Castillo de los Tres Reyes.
También conocido como Castillo del Morro, fue diseñado por Bautista Antonelli, reconocido ingeniero italiano, en el año 1585. El lugar escogido para su construcción no fue casualidad, ya que está en un cerro cuya posición estratégica era verdaderamente envidiable durante el periodo imperial español.
El Castillo de los Tres Reyes de La Habana, a través de su historia
Para comenzar, debemos saber que se erigió a la misma vez que el Castillo de San Salvador de la Punta. Por lo tanto, eran dos construcciones cuyo objetivo era claro: proteger, en la medida de lo posible, la entrada a la bahía. Desde el año 1538, se empezó a reconocer todas y cada una de las ventajas del cerro en cuanto a vigilancia se refiere.
A pesar de todo, y como consecuencia de varias dificultades económicas entre Bautista Antonelli y los gobernadores de la isla, la construcción del Castillo de los Tres Reyes se prolongó hasta el siglo XVII. De hecho, fue durante el gobierno de don Pedro Valdés cuando se consiguió cerrar las bóvedas, entre otros tantos elementos.
Es importante tener en cuenta que este Castillo de los Tres Reyes sufrió grandes daños durante la histórica toma de La Habana por parte de los ingleses. Por suerte poco después, concretamente en 1763, se reconstruyó siguiendo las órdenes de Agustín Crame y Silvestre Abarca, dos de los ingenieros más reconocidos del momento. Esta fortaleza fue la principal defensa de la ciudad hasta finales del siglo XVIII, cuando se erigió La Cabaña.
En esta importante reconstrucción, también se decidió añadir diversos elementos. Entre ellos, un imponente foso, dos baluartes, calabozos, cuarteles y hasta aljibes. En la parte inferior, se colocaron las baterías La Pastora y Doce Apóstoles. La torre, además, llegó a ser utilizada como faro desde el año 1764. No fue hasta 1844 cuando la vieja estructura se demolió para erigir la Torre que conocemos en la actualidad.
En cuanto a las características de este Castillo, debemos saber que estamos ante un polígono irregular que está ajustado, de manera perfecta, a la morfología del cerro en el que se encuentra. Algo que favorecía, aún más, ese carácter defensivo que tanto le caracteriza. Sin duda, estamos ante una de las construcciones más sorprendentes y significativas que debes conocer si decides visitar La Habana, capital de Cuba. ¡Estamos seguros de que no te decepcionará!