ITALIA
Viajamos a Verona para conocer lo que hay detrás de su imponente Catedral. Estamos seguros de que no te dejará indiferente.
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a una de las ciudades italianas más románticas y con más encanto. Estamos hablando, cómo no, de Verona. Allí encontramos un gran número de construcciones y rincones que no dejan absolutamente indiferente a nadie. Un claro ejemplo lo encontramos, precisamente, en la Catedral de Verona.
Debemos tener en cuenta que se trata de una pieza central de varios edificios, entre los que destacan las capillas de Santa Elena y San Giovanni in Fonte, así como la biblioteca Capitular, el claustro de los Canónigos, la plaza situada frente a la iglesia e, incluso, la residencia del obispo.
La Catedral de Verona, a través de su historia
Para conocer su origen debemos viajar al año 380, cuando surgió la primera catedral de la ciudad italiana. Ésta era conocida como “Duomo Santa Maria Matricolare”. Eso sí, no estaba ubicada en el mismo sitio en el que se encuentra la actual, sino algo más al norte. Concretamente donde, actualmente, encontramos la espectacular Capilla de Santa Elena.
No fue hasta aproximadamente el siglo V cuando se tomó la decisión de expandir este edificio por haberse quedado pequeño. A pesar de todo, un terremoto arrasó con las primeras estructuras de la Catedral de Verona, por lo que en el siglo VIII se vieron en la obligación de reconstruirlas. Pero, desafortunadamente, otro terremoto que sacudió la ciudad en 1117 volvió a destruir todo.
La posterior reconstrucción del templo es el edificio que conocemos en la actualidad. Las obras de esta Catedral se concretaron en el año 1138, pero se hicieron un gran número de modificaciones a lo largo de los siglos XV y XVI. Unas renovaciones que le otorgaron ese imponente estilo gótico que llama poderosamente la atención en la actualidad.
No podemos dejar de mencionar la historia tras la Torre de la Catedral de Verona que, sin duda, ha sido testigo de numerosos acontecimientos que han marcado un antes y un después en la ciudad. Su construcción comenzó en el siglo XVI, pero sus obras no finalizaron hasta el siglo XX. En ella se combinan a la perfección hasta cuatro estilos.
Esta Catedral de Verona destaca por la fachada oeste, pero también por la sur. En la primera de ellas destaca el estilo veronese románico, donde encontramos una serie de bajorrelieves esculpidos, en 1139, por el Maestro Nicolo. En cuanto a la sur, fue esculpida por el taller de Peregrinus en el siglo XII.
Lo cierto es que la Catedral de Verona, inevitablemente, se ha convertido en una de las construcciones más significativas pero, a su vez, más bonitas de la ciudad italiana. Si estás pensando en visitarla, no dudes en dejarte llevar por su encanto. ¡Estamos seguros de que no te dejará indiferente!