Visitarlas no te costará ni un euro
En cada ciudad europea, hay una arteria por la que fluye el alma del país. Puede ser una gran avenida, un paseo o simplemente una calle, pero en sus aceras, casas y comercios se atesora el espíritu de todo la nación. Estas son un ejemplo perfecto.
1. Rue Mouffetard, Paris. Situada en el distrito quinto, curiosamente, la calle Mouffetard no es una de las más transitadas por los miles de turistas que habitualmente invaden la capital francesa. Sin embargo, se trata de una de las calles más antiguas y con más vida de la ciudad. En su algo menos de quinientos metros acoge todo el sabor de Francia, especialmente en su permanente mercado de alimentos al aire libre, Le Square Saint-Médard, situado en el extremo sur. Más o menos en su centro se encuentra la plaza Contrescarpe, corazón del Barrio Latino, que corta con la calle de Lacapede.
2. The Royal Mile, Edimburgo. La capital de Escocia es una de las ciudades más bonitas y más cuidadas de Europa y la llamada Milla Real o Milla de Oro su calle más importante. Parte del castillo y en una suave pendiente de un kilómetro ochocientos metros termina en el palacio Holyrood. Ambos edificios son del siglo XII y el recorrido entre ellos está salpicado de numerosos callejones y patios, edificios tan insignes como bellos, como por ejemplo la catedral de St. Giles o el moderno Parlamento Escocés;museos como el del Whisky, el de los Escritores o el de la Policía; tiendas de souvenirs, restaurantes y pubs. El paseo puede durar horas si el viajero se recrea en los antiguos caserones del siglo XVI, en los músicos callejeros o en las muchas y sorprendentes inscripciones que adornan el suelo o las fachadas.
3. Rua Augusta, Lisboa. Cualquier rincón lisboeta atesora el “coração” de Portugal pero posiblemente sea la Rua Augusta, la calle principal del barrio de Baixa, la que mejor representa su dulce armonía melancólica. La rua une, a través del espectacular Arco Triunfal, la Praça do Comércio y su gran vista al estuario del Tajo con la Praça de D. Pedro, más conocida por su antiguo nombre, Praça do Rossio, un lugar que es, desde hace siglos, el centro neurológico de Lisboa, ya que allí han tenido lugar juicios y Actos de Fe, en tiempos de la Inquisición, y también festivales, espectáculos y desfiles militares. Una vía comercial, elegante y bonita, custodiada por la Rua do Ouro y la Rua da Prata, dos calles en las que se asentaban los viejos gremios.
4. Via del Corso, Roma. Antiguamente llamada Via Lata y conocida popularmente como el Corso, es la calle principal de Roma, ya que atraviesa en línea recta el centro histórico de la ciudad. Arranca por el norte en la bella Piazza del Popolo, en donde están la Fontana della Dea di Roma y la Fontana del Nettuno, hasta la concurrida Piazza Venezia, con el enorme monumento a Vittorio Emanuele II. Salpicada de múltiples comercios y envuelta en el bullicio del tráfico, la actividad económica y los turistas, a sus lados serpentean numerosos callejones y pequeñas plazas y está salpicada por algunas pequeñas iglesias que merecen la pena. A su alrededor palpita el corazón de Italia y de la Roma imperial. Con una longitud de 1,5 kilómetros, es más ancha que la mayoría de las calles romanas, aunque sólo tenga dos carriles para el tráfico y unas aceras relativamente estrechas. En su día, cuando era Via Lata incluso llegó a ser utilizada para las carreras de caballos.
5. Nerudova, Praga. Una de las calles que el visitante de Praga no puede perderse es Nerudova. Situada en el barrio de Malá Strana, toma su nombre del escritor checo del siglo XIX, Jan Neruda, que vivió en el número 47 y forma parte del camino real que los reyes debían recorrer el día de su coronación. Un gran número de casas que forman la calle datan de la época medieval y, como curiosidad, entonces eran reconocidas por los símbolos que lucían en sus fachadas, un código en uso hasta que se decidió numerarlas. Esos símbolos denotaban el rango, la categoría y la ocupación de sus propietarios; por ejemplo, una muestra tres instrumentos de cuerda, dado que la casa pertenecía a un lutier fabricante de violines, allá por 1700. Otra es conocida como la Casa del Cáliz Dorado porque su dueño era un maestro de la orfebrería. También están la Casa de los Dos Soles, la del Cisne Blanco o, casi a mitad de su recorrido, un invernadero que sobresale ligeramente de los demás. Cuenta la leyenda que cada viernes sale del edificio un jinete sin cabeza buscando la liberación de su alma, aunque nadie puede ayudarle. Pasear por Nerudova, hoy llena de restaurantes, tiendas y hoteles, es sumergirse en la historia de la República Checa y en el carácter de su gente.
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