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EN MEDIO DEL DESIERTO EGIPCIO

Un cine fantasma en el fin del mundo

El desierto de Wadi Krhoom, en el Sinaí egipcio, esconde el proyecto fallido de un francés que quiso montar lo imposible: un cine al aire libre en medio de la nada. Logró construirlo, pero no se llegó a proyectar nunca una película, convirtiéndose en un cine fantasma entre la arena.

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A pesar de ser un desierto, la península del Sinaí ha tenido un lugar importante en la historia prácticamente desde los inicios de la Humanidad. Objeto de disputas, guerras y, sobre todo, historias bíblicas, sus arenas esconden misterios de épocas pasadas. Se demostró hace unos años, cuando hallaron allí cuatro templos faraónicos amurallados, del Imperio Nuevo (1539-1075 a. C.) y del Primer Periodo Intermedio (2125-1975 a. C.).

Sin embargo, no todos los hallazgos que se realizan en la zona datan de aquella época. Algunos, de hecho, son bastantes más contemporáneos pero, no por ello, menos fascinantes. Y ninguno se puede comparar al surrealista ‘Cine del fin del mundo’, un nombre apocalíptico que va como anillo al dedo al destino que nos ocupa.

Imagina que te has perdido en medio del desierto, estás buscando un oasis, algo de civilización, cuando, de pronto, ves a lo lejos una sala de cine. Pero no una sala cualquiera, sino una sin paredes, sin pantalla, sin taquillas... Seguramente, lo primero que se te pase por la cabeza es que estás siendo víctima de un espejismo. Tu subconsciente, sin que tú lo supieras, tiene alma cinéfila.

Pero no, si estás en el Sinaí, a no demasiados kilómetros de la frontera con Israel, pero literalmente en el centro del desierto, rodeado de la nada, es posible que te encuentres con una sala de cine con esas características. En total, son 150 asientos los que esperan a los caminantes, perfectamente alineados en dos grupos de diez filas, de un color marrón que ha ido palideciendo con el paso del tiempo.

Y es que el hecho de que no haya paredes, que sea un cine al aire libre, ha jugado en su contra. Y más si tenemos en cuenta que jamás se llegó a proyectar allí ninguna película. Abandonado nada más construirse, el panorama es desolador, con la sala que albergaba el proyecto en ruinas, el edificio del generador eléctrico casi derrumbado, los asientos como si hubiera habido un impacto nuclear apocalíptico... y no tiene más de una década todo el conjunto (se construyó alrededor del año 2000, por un excéntrico empresario francés).

La historia llegó a Europa gracias al fotógrafo estonio Kaupo Kikkas, que tras oír que había un cine en medio del desierto abandonado corrió con su cámara tras él. Afortunadamente, pudo encontrar la ubicación gracias a las webs de cartografía por satélite, y es que le era difícil pensar que estaban hablándole de una realidad y no de una leyenda.

La noche en la que debía estrenarse la primera película (precisamente el clásico ‘2001, una odisea en el espacio’), las tensiones generadas entre las comunidades locales y el empresario francés con su grupo saltaron por los aires (había incluso planes de montar en el futuro un festival internacional de cine). Un sabotaje en el generador eléctrico impidió ver la película y chafó los planes, así como la gran fiesta que estaba programada, con presencia del gobernador del Sinaí incluida. Quién sabe si por una pataleta o un enfado monumental, pero la realidad es que los dueños del complejo abandonaron la idea y el lugar, dejando el cine a sus espaldas.

Mientras que la arena del desierto lo permita, será uno de los cementerios artísticos más llamativos del planeta. Llegar allá es relativamente sencillo desde Sharm El Sheikh, con un chófer local. No verás una película, pero sí un lugar único.

Más información:
Localización del cine

Turismo de Egipto