América Sur
Seguramente has escuchado más de una vez la célebre frase “el cliente siempre tiene razón”, pues dicha frase pertenece a Manuel José Lebrão que junto con Joaquim Borges, inmigrantes portugueses, fueron los fundadores de la famosa Confitería Colombo de Río de Janeiro. Fundada en 1894 en una de las calles más exclusivas del centro histórico de la ciudad, a Rua Gonçalves Dias, es uno de los cafés más bellos del mundo y patrimonio histórico y artístico de Río. Entrar en esta pastelería es como trasladarse a otra época, a la Belle Époque carioca, al estilo de las grandes pastelerías parisinas o los salones de té europeos de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Centro de reunión de la élite social y cultural brasileña, todo un símbolo de la alta sociedad carioca, ha tenido visitantes insignes como la reina Isabel de Inglaterra o el rey Alberto de Bélgica que degustaron sus deliciosas especialidades. Destaca por su estilo Art Nouveau, con grandes espejos de cristal traídos de Amberes, elegantes frisos, azulejos, vidrieras y muebles de madera tallados por el artesano Antonio Borsoi. Impacta la sensación de una unión entre gastronomía y decoración, y merece la pena si no se tiene demasiado tiempo , por lo menos, tomar un café o un aperitivo para admirarla, aunque es una tentación toparse con la impresionante la selección de productos tanto dulces como salados que hay a la entrada. Si por el contrario disponemos de varias horas, podemos disfrutar de una comida de calidad en su Restaurante Cristóvão, en la segunda planta, y al que se accede a través de un histórico ascensor. El restaurante, donde es aconsejable reservar, ofrece un buffet con ensaladas y una selección culinaria portuguesa y española o se puede pedir a la carta y no perderse su famosa feijoada. En esta planta, además, hay un pequeño museo, el Espacio Memoria, que recorre su historia a través de las reproducciones de la vajilla, sus servicios de té, menús antiguos, fotos… Si hemos estado pateando el centro cultural y financiero de la ciudad, por la tarde es una buena idea darnos un espiro en su Salón de té y deleitarnos con sus tradicionales galletas artesanales, discos de pastel de ángel rellenos de dulce de leche y cubiertos con fondant o cualquiera de sus famosas especialidades elaboradas con chocolate. Es un paraíso para los adictos al chocolate. En otra zona toralmente distinta de la ciudad, disfrutando del calorcito y la brisa de las playas cariocas, Colombo abrió una sede en la playa de Copacabana, el Fuerte de Copacabana, con una estética que poco tiene que ver con la grandiosidad del local original pero con un espectáculo visual del océano que merece la pena. Se puede elegir cualquier variedad de Confitería Colombo ya que hay para todos los gustos, a fin de cuentas como dijo uno de sus fundadores lo que importa es que “el cliente siempre tiene la razón".