América Sur
Holanda no es únicamente el territorio que todos conocemos en el continente europeo, sino que sus fronteras van más allá de esos límites geográficos. Nos trasladamos por un momento hasta el mismísimo mar Caribe, en concreto a las antiguas Antillas Holandesas –que actualmente se conocen como Caribe Neerlandés-. Entre ellas se encuentra la isla de Curazao, singular por muchas cosas, una de ellas su colorida y atractiva capital, la ciudad de Willemstad. En el barrio de Otrobanda se encuentran las casas más pintorescas de toda la isla, una zona que además así sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El barrio de Punda, situado a la orilla de la bahía contraria, es una zona también histórica ya que acoge uno de los puertos naturales más destacados de todo el Caribe. Ambas zonas están conectadas por el puente Reina Emma y su población se reparte por las dos. Pero Willemstad no coincide con la descripción usual que todo el mundo haría de una isla paradisiaca. Esta ciudad tiene una gran oferta cultural y de ocio, además de histórica, ya que cuenta con varios museos y edificios que narran la historia de la isla de forma interesante. Entre ellos, el más singular es el Museo Curazao, dedicado al licor que lleva este nombre en honor a la isla. Perfecto para conocer todos los secretos de esta bebida y descubrir sus orígenes. También, para admirar algunas piezas del arte típico de la zona, así como la historia de la isla más remota, el lugar perfecto es el Museo Kurá Hulanda. Este último guarda en su interior una de las colecciones más importantes del Caribe sobre el legado colonial, artículos y rarezas varias. Incluso se puede ver una reproducción a escala real de un antiguo barco que transportaba esclavos coloniales. El Museo Marítimo, situado en el barrio de Scharloo hace un repaso a la historia de la isla desde el año 600 a.C. hasta la actualidad, con varias exposiciones permanentes, antigüedades, mapas y más objetos curiosos. La parte fortificada de Willemstad, Fort Amsterdam, es la zona en la que se pueden encontrar restaurantes y boutiques para todos los gustos, además de actividades de ocio cuando cae el sol. Se trata de un conjunto de callejuelas estrechas y empedradas. Cada día, los barcos que atracan en el puerto de Willemstad traen a la ciudad alimentos y pescados frescos y también objetos de artesanía e incluso alguna que otra obra de arte. En el mismo puerto se forma un mercado todos los días y los compradores negocian con los propios marineros. Aquellos que quieran hacer turismo de playa, lo pueden hacer en la playa Kenepa. Willemstad tiene parte de esencia holandesa, se puede ver en la estructura de sus casas, pero sin duda es una ciudad con espíritu caribeño cuyo buen humor –patente en el colorido de todas y cada una de sus casas- se siente a cada paso. Una nueva forma de conocer el Caribe.