Vacaciones en Alemania
Hay ciudades con un encanto tan especial y único que enamoran con sólo pasear por sus calles. Un claro ejemplo de esto lo encontramos en Wismar, localidad alemana cuyo centro histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad. Hoy la visitamos y te contamos por qué deberías conocerla en persona.
En muchas ocasiones, cuando pensamos en Alemania, nos limitamos a reducirla a Berlín, Munich, la Selva Negra y, como mucho, Hamburgo o Frankfurt. Sin embargo, este país europeo está cargado de encantos y de rincones que merece la pena visitar, más allá de sus grandes ciudades y de esos bosques que tanto impresionan cuando los ves de frente. Rincones que enamoran a todo aquel que se atreve a conocerlos y que, poco a poco, van ganándose fama internacional entre los amantes de los viajes. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en Wismar, una ciudad de poco más de 40.000 habitantes que es capaz de dejarte sin aliento a través de una fotografía.
Nos vamos hasta el norte de Alemania, concretamente hasta ese lugar en el que nuestro continente se topa con el mar Báltico. Allí encontramos Wismar, un rincón de paz y belleza que pocos conocen y que, sin embargo, ha sido reconocido internacionalmente. De hecho, su centro histórico ha sido considerado Patrimonio de la Humanidad, unas palabras que hablan por sí solas y que nos indican que estamos ante una maravilla que merece la pena contemplar, disfrutar y admirar.
Mientras que hay destinos en los que lo importante, lo que verdaderamente atrae, es visitar sus monumentos y atracciones turísticas más destacables, en Wismar lo que te hará caer rendido a sus pies será sencillamente dar un paseo por sus calles. Estamos hablando de una de esas ciudades que fácilmente pueden describirse con la palabra ‘bella’, de las que dejan a los viajeros sin habla, caminando entre sus edificios mirando a todos lados y a ninguno en concreto, sin poder siquiera entablar una conversación con sus acompañantes. Abrumadora y acogedora a la vez. Un lugar en el que todos soñaríamos con vivir.
Eso no significa, ni mucho menos, que su belleza sea su único atractivo. Wismar es una ciudad cargada de historia, una historia que habla de su auge comercial en torno al año 1200 y que también habla de destrucción total. Y es que fue bombardeada hasta en un total de 12 ocasiones durante la II Guerra Mundial, un terrible episodio que dejó muestras de su devastación que aún hoy se pueden contemplar. Entre la belleza y la peculiaridad de sus casas, coloridas como pocas, nos podemos encontrar con la Marienkirche o Iglesia de Santa María, de la cual tan solo queda la torre.
No es la única iglesia que merece la pena visitar y tampoco es la única en la que se aprecia el paso del horror de la II Guerra Mundial. Otro ejemplo lo encontramos en la Georgenkirche o iglesia de San Jorge, que presenta la peculiaridad de estar completamente vacía en su interior, sin ningún tipo de decoración, también fruto de los bombardeos y del azote de la guerra. Dos formas diferentes de contemplar la historia en primera persona y de vivir los contrastes de una ciudad que tiene mucho que contar.
En Wismar también podrás encontrar una antigua fábrica de cerveza ideal para los amantes de esta bebida, edificios de estilo gótico que sorprenden y una plaza de nuevo cargada de encanto. Si tienes pensado hacer un viaje a Alemania pronto, alárgalo un día más, alquila un coche y enamórate de uno de los rincones más desconocidos y asombrosos del país. No te arrepentirás.