Trucos a bordo
Con la temporada de cruceros en su apogeo de primavera, no está de más recordar algunos trucos que nos permitirán disfrutar mucho más de esta experiencia. Da igual el destino, pues la mayoría son aplicables a todo tipo de viajes, norte o sur, este u oeste. Revisa bien la documentación, no pierdas nunca tus pases para entrar y salir del barco y, simplemente, disfruta.
Una maleta completa. No pienses en un crucero como en un viaje tradicional a la hora de hacer la maleta. Además de las mudas y cambios habituales, habrá que sumar una serie de prendas que hará más divertida la travesía, especialmente si en nuestro barco están previstas fiestas temáticas. Lo habitual es que haya una cena de gala y una fiesta en la que todo el mundo debe vestir de blanco. Informarse antes es clave, sobre todo si queremos deslumbrar.
Ropa náutica. Además de variada, hay que escoger prendas que tengan las cualidades que sigue normalmente la moda náutica, es decir, que sean capaces de refrescar sin necesidad de que pasemos calor o sudemos excesivamente. Pareos, camisetas, bañadores... todo lo más cómodo y ligero posible, sin olvidar un chubasquero, un cortavientos, un jerséy fino de punto y, sobre todo, calzado de suela de goma para caminar en cubierta. Da igual chanclas, mocasines o deportivas.
Botiquín. Los grandes cruceros tienen su propia enfermería, en la que disponen de todo tipo de medicamentos para los viajeros, desde un ibuprofeno a un Paracetamol pasando por otros que obligan antes a una consulta médica. Sin embargo, no está de más que llevemos nuestro propio botiquín para tenerlo siempre a mano, especialmente si el crucero no es en nuestro idioma. Pastillas para cortar la diarrea, el dolor de cabeza o el ardor de estómago deben estar siempre en él.
Bronceadores. Sí, en plural, porque lo más seguro es que estés expuesto al sol más horas de lo que normalmente lo estás en una playa. Es más, aunque sientas que bajo la sombrilla o el techo de una cubierta exterior estás a salvo, te equivocas, pues el reflejo del sol en el agua también afecta a la piel. Mucha crema, de factor de protección alto, y cada tres o cuatro horas un repaso por el rostro y el cuerpo.
Calmantes. No, no se trata de pastillas, sino de cremas para después del sol. El clásico after-sun o cualquier tipo de tratamiento antiquemaduras debe viajar con nosotros. Incluso si no hemos tomado el sol durante horas o no nos hemos quemado, hay que utilizarlo tras la ducha de antes de la cena, dando tiempo suficiente a nuestra piel a absorberlo antes de acostarnos o, si forma parte de nuestro ritual, de aplicarnos las cremas nocturnas.
Reservas previas. Es habitual que muchos cruceros tengan dos turnos de comida y cena para no colapsar el restaurante, así como otros en los que se sirve un menú a la carta y exigen reserva. Tanto en un caso como en otro, muchas empresas de cruceros y agencias de viajes permiten la reserva previa de las horas incluso en el mismo momento en el que se paga el viaje. De este modo, si estamos muy interesados en, por ejemplo, el segundo turno de comida, no tendremos que preocuparnos de hacerlo luego abordo.
El mapa, siempre a mano. Un crucero tiene mucho que ofrecer, sobre todo si estamos en uno de esos trasatlánticos gigantes con cine, piscinas, gimnasio, hoyos de golf, rocódromo… Tómate un tiempo para leer bien el mapa de lo que hay en cada cubierta, hazte un esquema mental de lo que te gusta y no y trata de repartirlo durante la estancia, para no atosigarte los primeros días. Y, sobre todo, hazte explorador y camina por las cubiertas tratando de encontrar cada rincón.
Ojo con las calorías. Es imposible no comer de más cuando tenemos ante nosotros un buffet tan delicioso como el que suele haber en los cruceros, máxime si, además, tenemos barra libre de helados, batidos, cócteles dulces… Pero eso no quiere decir que tengamos que volver a casa con cinco kilos de más o que tengamos que matarnos en la piscina y el gimnasio del propio barco para compensar. Planifica bien las comidas y cenas. Si hay restaurantes temáticos, visita los que te interesen sin prisa, uno al día máximo, y escoge sólo lo que más te llame la atención. Ponte pequeñas reglas para no perderte lo que más te guste, pero sin abusar.
Desembarcos. Trata de preparar antes de embarcar y durante los días previos, las visitas y tours que hayas contratado. Aunque lo habitual es que se tengan guías, las excursiones suelen ser cortas y a gran velocidad, por lo que no siempre da tiempo a que nos informen bien de cada monumento o ciudad. Lo que podamos llevar nosotros ya aprendidos será como un plus.
Sonríe. Vas a pasar unos días ‘encerrado’ en un trasatlántico con cientos de personas y estás de vacaciones. ¿En serio vas a poner mala cara? Sonríe, especialmente a los empleados, que están allí para hacerte el viaje más fácil y ameno; saluda y trata, por unos días, de desconectar, no sólo con la rutina, sino también con esa ‘pose urbanita’ que parece obligarnos a ser antipáticos. ¡Estás en un crucero de ensueño!