BRASIL
Ponemos rumbo a la ciudad brasileña de Río de Janeiro para conocer la historia que esconde el impresionante Monasterio de San Benito.
Viajamos a Brasil, concretamente hasta Río de Janeiro, donde nos topamos con un gran número de construcciones, monumentos y rincones verdaderamente sorprendentes y espectaculares. Un claro ejemplo lo encontramos, precisamente, en el Monasterio de San Benito. Estamos ante uno de los principales monumentos de arte colonial que podemos encontrar no solamente en esta ciudad, sino en todo el país.
Para comenzar, debemos tener en cuenta que fue fundado por monjes benedictinos que llegaron de Bahía en el año 1590. Los terrenos en los que se erigió fueron donados por los nobles Manoel de Brito y su hijo Diogo de Brito de Lacerda. Cabe destacar que estos terrenos incluían el actual morro de San Benito.
En cuanto a los recursos financieros para poder erigir el actual templo vinieron por una renta obtenida por la producción de caña de azúcar en las numerosas propiedades que los monjes recibieron a través de donaciones. Sobre todo, en zonas del interior de la Capitanía de Río de Janeiro, como es el caso de las regiones de Campos de los Goytacazes o, incluso, de Nueva Iguaçu.
Lo que es un hecho es que la ejecución de estas obras fue llevada a cabo por esclavos y que las piedras que se utilizaron como materia prima provenían del morro de la Viuda, que estaba situado en el actual barrio del Flamengo. En cuanto a los planos de esta construcción, fueron trazados en el año 1617 por el ingeniero militar portugués Francisco Frías de Mesquita. Lo hizo siguiendo al pie de la letra el estilo maneirista que estaba vigente en Portugal por aquel entonces.
Las obras comenzaron, aproximadamente en 1633. No podemos dejar de mencionar que, durante la construcción de este templo, el proyecto original fue alterado por el arquitecto Frei Bernardo de San Benito Correa de Souza. Así pues, la iglesia pasó de contar con una nave a tres. El monasterio anexo a la iglesia fue concluido en 1755 con la construcción del claustro previamente proyectado por el ingeniero José Fernandes Pinto Alpoim.
La fachada del proyecto original de esta construcción es de estilo manierista, con un cuerpo central y tres arcos de entrada, así como un frontón triangular. Llaman poderosamente la atención las dos torres perfectamente coronadas por pináculos piramidales. Nada más pasar los arcos de la entrada, nos topamos con una gran cantidad de azulejos y espectaculares portones de hierro que datan del siglo XIX. En cuanto al interior de la iglesia, debemos tener en cuenta que está completamente forrado con talla dorada que va del estilo barroco de finales del siglo XVII al rococó de la segunda mitad del siglo XVIII.
El primer escultor activo en este templo fue Frei Domingo de la Conceição, monje portugués que no solamente diseñó sino que también esculpió parte de la nave y el ábside. Además, encontramos diversas estatuas como la de San Benito y Santa Escolástica, así como la Imagen de Nuestra Señora del Monte Serreado en el altar. No podemos dejar de mencionar que, en el interior de esta iglesia, nos podemos encontrar hasta siete capillas laterales. ¡Es una construcción verdaderamente impresionante!