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En la ciudad italiana nació este plato

Dónde comer la mejor pizza en Nápoles

Nápoles es la ciudad de la pizza. Allí nació la que es considerada como la primera pizzería del mundo: Port'Alba, que empezó a producir pizzas en 1738. Los puristas consideran que sólo existen dos pizzas verdaderas: la marinara y la margherita.

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La marinara es la más antigua y tiene un recubrimiento de salsa de tomate, orégano, ajo, aceite de oliva y albahaca. La margherita debe su nombre a la reina Margherita Teresa de Saboya y recuerda a la bandera italiana: verde (albahaca), blanco (mozzarella) y rojo (tomates). La particularidad de la pizza napolitana está en su base. La masa es como la del pan y se estira siempre a mano, quedando muy fina en el centro pero con unos bordes gruesos en el perímetro. Además, su cocción siempre es con horno de leña y a muy alta temperatura es rapidísima.

La Guía Michelin, en su última edición ha premiado a seis templos de este plato, considerado Patrimonio inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Gino Sorbillo. Nacido en 1935, cuenta con varios locales, la mayoría “espartanos”, según dicen los inspectores de la Guía. Autodenominado como Las casa de la pizza, el rey Fernando I se escapaba y se disfrazaba de plebeyo para comer pizza tras la prohibición de la reina. Por allí también han pasado los Clinton y si tú también quieres sentarte, se recomienda que te pase por allí quince minutos antes de que abra sus puertas para saborear la historia de este lugar que, tras el paso de tres generaciones, sigue siendo un sitio donde no pasa el tiempo. Via dei Tribunali, 32 Precio: entre 8 y 19 euros.

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La Notizia. El pizzaiolo Enzo Coccia fue el primero en ser recomendado por la Guía Michelin por la rica selección de ingredientes de sus pizzas y unos tiempos de cocción muy estudiados. Se trata de un pequeño restaurante familiar, que no ha querido darse demasiada notoriedad, con un pequeño comedor con retratos de la ciudad por la paredes, es decir, un local de andar por casa. Via Michelangelo da Caravaggio, 53/55. Precio: de 12 a 19 euros.

Da Michele. Fundada en 1870, siempre tiene colas. Solamente sirven las pizzas estrictamente napolitanas “marinara” o “margarita”. Ha sido escenario de películas como Come, reza, ama y era uno de los lugares preferidos por Maradona en sus años en Nápoles. Via Cesare Sersale, 1. Precio: de 6 a 8 euros.

Concettina ai Tre Santi. La familia Oliva ¡lleva sesenta años 60 años al mando de la pizzería. Ciro Oliva es el artífice de combinar tradición e innovación, redescubriendo las excelencias de suterritorio: el pequeño tomate del Piennolo, las anchoas de Cetara, la provola affumicata (queso ahumado) de los montes Lattari, la boloñesa, la escarola y el requesón de Fuscella. Via Arena della Sanità, 7 Bis. Precio: entre 15 y 24 euros.

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50 Kalò. Los fabricantes de pizza tienen su propia jerga personal y utilizan la palabra Kaló para indicar algo bueno, y Skata decir malo. El pizzero Ciro Savo, miembro de tercera generación de una familia de pizzeros, lleva la pizza al límite: hace una masa casi líquida, lo que la hace difícil de trabajar pero suave al gusto y fácil de digerir. Piazza Sannazzaro, 201/B. Precio: de 21 a 34 euros.

Starita a Materdei. Fundada en 1901 por Antonio Starita, por sus fogones han pasado cuatro generaciones. Esta pizzería es conocida por ser el escenario de la película El oro de Nápoles, de Sofía Loren. De bodega a pizzería, hoy es famosa por su fritura de culto. Antonio, vicepresidente de la Asociación Verace Pizza, es uno de los más pizzeros más respetados de la ciudad. Via Materdei, 27/28 . Precio: de 8 a 19 euros.

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