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Asia

El espectáculo de la vida en el lago Inle

Naturaleza, cultura y tradiciones entorno al agua en Myanmar
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En el Estado Shan al nordeste de Myanmar, rodeado de colinas donde florecen gran variedad de orquídeas, nos zambullimos en uno de los lugares más apasionantes del país; uno de esos lugares que dejan huella en el recuerdo. Un lago de unos veinte kilómetros de largo por unos once de ancho, sobre aguas poco profundas y transparentes donde vive la etnia de los Intha, que significa “hombres del lago”. Un pueblo que durante siglos ha mantenido una armonía entre la naturaleza y el hombre. Parece que los primeros pobladores llegaron en el siglo XVIII del sur de la entonces Birmania huyendo de los continuos enfrentamientos entre birmanos y siameses. La vida en el lago Inle discurre entre palafitos de madera rodeados de largas hileras de huertas flotantes, las calles son de agua y la gente se desplaza en pequeñas embarcaciones que aprenden a manejar desde su más tierna infancia. Todo gira alrededor del agua. Llaman la atención poderosamente sus jardines y cultivos flotantes, todo gracias a los jacintos de agua que invaden la superficie acuática como una plaga. Lo que en otras circunstancias sería un desastre para la vida del lago los intha lo convirtieron en un beneficio gracias a una curiosa técnica de cultivo: reúnen en pequeñas islas vegetales grandes bloques de esta maleza y la anclan al fondo con cañas de bambú, la recubren con tierra y en ella cultivaran toda clase de frutas y hortalizas. Eso sí, con una habilidad increíble, todo lo cultivan desde sus pequeñas canoas, las mismas que utilizarán para llevar los productos a los mercados. Y si de habilidades se trata, su forma de pescar es de lo más curiosa: reman de pie, impulsándose con una pierna que rodea una especie de pértiga. Como si se tratara de un flamenco que intenta mantenerse en equilibrio sobre una barca. En estas aguas también hay sitio para las flores, incluso hay un jardín de orquídeas cerca de Nyaungshwe donde vive la mayor parte de la población del lago; sitio para los mercados flotantes como el de Ywama, uno de los más famosos. Y no podían faltar los monasterios budistas como el de Nga Phe, que sorprende no por su arquitectura o historia sino porque los monjes dedican gran parte de su tiempo al entrenamiento de gatos para que salten a través de un aro. De hecho, muchos llaman a este monasterio el de los gatos saltarines. Pero sin duda el recinto más sagrado es el Paung Daw U, en el que se veneran cinco pequeñas estatuas de Buda, que celebra un festival que evoca los míticos orígenes de la llegada de este pueblo a la región. Todo un espectáculo lleno de colorido y vitalidad que se puede ver al inicio de la luna llena del mes de octubre. El lago Inle no nos impresionará por imponentes arquitecturas o paisajes deslumbrantes, simplemente nos impresionará por su vida. Todo un espectáculo.