Leyendas de Praga
El reloj astronómico de Praga es, sin lugar a dudas, la imagen al mundo de la preciosa ciudad checa. Lo que pocos saben es que existe una maldición y una historia que no dejarán indiferente a nadie. ¿Quieres descubrirla?
Praga es una de las ciudades europeas más visitadas año tras año. Sus calles están envueltas de magia y de mucha historia pero, sin lugar a dudas, hay algo que capta la atención de todos los turistas. Una cuestión que jamás pasará desapercibido, pase el tiempo que pase. ¿A qué nos referimos exactamente?
Por supuesto, al reloj astronómico medieval ubicado en el antiguo Ayuntamiento de Praga. Se trata de todo un emblema nacional pero, por si fuera poco, también es todo un amuleto de la ciudad. Como es de esperar, tantísima belleza tiene que guardar algún tipo de secreto. Y, en efecto, así es. La leyenda tiene que ver con el carpintero que lo creó allá por 1410.
El trabajo realizado fue realmente espectacular, se mire por donde se mire. Entonces quisieron asegurarse de que no lo repitiera nunca jamás. Pretendían que el reloj astronómico de Praga fuera único en el mundo. Por lo tanto, ¿qué hicieron con la persona que creó semejante obra de arte? Dejarle completamente ciego.
Pero no todo quedo ahí. Él, a modo de venganza, decidió meterse dentro del reloj astronómico para parar completamente su mecanismo. Lo hizo a la vez que su corazón dejó de latir. Por ese mismo motivo y desde entonces se cree que el movimiento de las agujas del reloj y, por supuesto, el baile de las figuras aseguran que la ciudad va bien.
Por lo tanto, si el reloj en algún momento deja de funcionar, la mala suerte llegará a Praga. Cada hora llega un nuevo espectáculo, uno de los favoritos por los turistas, que hace sonreír a todos y cada uno de los habitantes de Praga. Ellos creen firmemente en el poder que hay tras él. Y tienen razones para ello.
Casualidad o no, en 2002 fue la única vez que dejó de funcionar. Coincidió con que el río Moldava se desbordó y Praga sufrió unas espectaculares inundaciones. Fueron las mayores de su historia. Por ese mismo motivo, cada vez que se tiene que reparar el reloj, los habitantes de Praga sienten cierto pánico. Pero el espectáculo de cada hora sigue realizándose para calmar los ánimos. Estamos, por lo tanto, en el auténtico emblema que rige la ciudad de principio a fin.