Grandes viajes
Filipinas quiere recuperar su vida y su turismo y para ello inician ahora una desescalada que los llevará a lo que será su 'nueva normalidad'; para cuando lleguen a ella podremos volver a disfrutar del paraíso de Boracay con total seguridad.
Filipinas continua librando una lucha sin cuartel contra el coronavirus, los primeros casos llegaron a las islas a finales de enero, se trataba de casos importados pues los afectados eran turistas chinos; fue ya en marzo cuando el gobierno filipino reconoció la transmisión local del virus y confinó el país; hay dos lugares del archipiélago que representan la cara y la cruz de la misma moneda en esta pandemia: la capital, Manila, que es la ciudad que ha sufrido el confinamiento más largo del mundo y Boracay, una paradisíaca isla en la que no se han diagnosticado casos de coronavirus.
Manila permanece, todavía hoy y hasta el 31 de octubre, confinada, es verdad que se han relajado un poco las medidas y así como en las primeras fases del confinamiento la ciudad se convirtió en una ciudad fantasma, sin tráfico y con todos sus establecimientos cerrados, ahora son solo los menores de 21 años y los mayores de 60 quienes permanecen confinados y los establecimientos están abiertos aunque con un aforo restringido al 30 o 50% ¿por qué medidas tan estrictas? porque la mitad de los casos de coronavirus diagnosticados en Filipinas estaban en su capital.
Ahora bien, eso es Manila pero ¿y las paradisíacas islas filipinas que viven del turismo? también les tocó protegerse pero ya no están confinadas y, aunque todavía no se han abierto al turismo internacional, comienzan ahora un proceso de desescalada que culminará cuando abran de nuevo sus aeropuertos a los vuelos procedentes del exterior del país. ¿Cómo será este proceso? será lento pero también seguro y comenzará en la preciosa isla de Boracay: los filipinos podrán disfrutar de unas estupendas vacaciones en esta isla cumpliendo estas condiciones: deberán presentar su billete de avión y su reserva de hotel junto con una PCR negativa realizada 48 horas antes del viaje a las autoridades, se les pedirá que rellenen un formulario de salud y se les entregará un código QR personal e intransferible que ayudará a localizar a todas las personas que hayan sido contactos cercanos en la isla durante sus vacaciones en caso de que resulten contagiados. Además, tanto el aeropuerto como los establecimientos turísticos de la isla se han preparado para su reapertura, los hoteles cuentan con un responsable COVID que se encargará de gestionar con las autoridades cualquier caso sospecho de coronavirus.
Filipinas quiere abrirse de nuevo al turismo pero no al coronavirus y por eso este principio de desescalada turística es algo así como un proyecto piloto que les permitirá testar su capacidad de evitar que el COVID se cuele en Boracay y, caso de que eso suceda, evitar a toda costa que eso produzca un brote en la isla (detección temprana y aislamiento de los afectados); esa es la razón por la que, además de las condiciones para entrar a la isla, se pedirá a los turistas un respeto riguroso a las medidas de seguridad que son las que imaginas: mascarilla obligatoria, distancia de seguridad, higiene de manos e incluso pantalla en los lugares cerrados para protegerse también por los ojos.
Es verdad que no estamos en tiempo de grandes viajes (todavía), nos cuesta decidir hacer la maleta para viajar a destinos lejanos (además de la imposibilidad de entrar en algunos países) pero no es menos cierto que las almas viajeras se mueren por viajar y por eso noticias como este inicio de desescalada turística en Filipinas nos parecen tan interesantes, porque nos recuerdan que la vida está ahí fuera y que la pandemia menguará, para cuando eso suceda el mundo nos espera y si quieres celebrarlo visitando un paraíso, Boracay, en Filipinas, se nos antoja una opción magnífica que será, para entonces, magníficamente segura a la vista del orden y concierto, cuidado y seguridad con los que afrontan su desescalada y nueva normalidad.