América Norte
Cuando pensamos en las grandes ciudades precolombinas nos suelen venir a la cabeza la impresionante Macchu Pichu, en Perú, o las que se encuentran salpicadas en la selva de la península de Yucatán (México), con Chichén Itzá como epicentro. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya otras que, sin llegar a ser tan extensas como las anteriores, sí puedan tutearlas en cuanto a riqueza arqueológica. Es el caso de Guayabo, en el interior de Costa Rica, considerada Patrimonio Mundial de la Ingeniería por los expertos de la Asociación Americana de Ingenieros Civiles, rango que solo se ha otorgado a la capital inca en lo que a ciudades precolombinas se refiere. Viajar hasta aquí, a 85 kilómetros de San José, permite conocer los vestigios de un poblado cuyos orígenes hay que encontrarlos en el año 400 a. C. Son 217 hectáreas en las que se palpa la habilidad extraordinaria de unos indígenas que fueron capaces, por ejemplo, de construir un acueducto de piedra que aún hoy se mantiene activo. Lo que más llama la atención son las grandes esferas de piedra, realizadas entre los años 800 y 1400 de nuestra era, que presiden parte del terreno. No hay nada que sea posterior, y es que aún los arqueólogos tratan de averiguar qué provocó que la población abandonara la ciudad, o desapareciera de ella. Guayabo se encuentra en las faldas del volcán Turrialba, en la región de Cartago, y el turismo aquí sigue siendo residual por parte de extranjeros, por lo que es un destino perfecto para los que, enamorados de Costa Rica y sus selvas, quieren profundizar en el país. Declarado Monumento Nacional, es de diciembre a abril, en la temporada seca, cuando se recomienda visitarlo. Además de realizar visitas guiadas por el parque, es posible visitar el mariposario Guayabo Jardín de Mariposas, así como, de paso, visitar Turrialba, tanto el volcán como el mercado del pueblo y comer en sus restaurantes típicos.