América Norte
Toronto es una de las ciudades más interesantes y con mayor vida de Canadá. Su centro urbano está siempre en ebullición y resulta un destino perfecto para un fin de semana que combine compras y cultura. A la hora de organizar un viaje por Canadá o la región de los Grandes Lagos, incluso si se vive una temporada en Boston, Chicago o Nueva York, nada mejor que venir aquí a desconectar. Y es que la ciudad no tiene nada que envidiar en materia de compras a otras grandes. La Queen Street West es la zona más ecléctica, alternando tiendas de moda grunge con otras más elegantes; aunque para encontrar a las principales firmas internacionales, donde hay que ir es a Bloor Street West. Allí también se encuentran los grandes almacenes Holt Renfrew, la referencia canadiense de las compras. Entre capricho y capricho, qué mejor que conocer en Danforth Avenue las manzanas conocidas como 'el Greektown' (el barrio griego). Resulta curioso que una de las cosas que sean famosas en este rincón de Canadá sea, precisamente, la calidad de sus restaurantes griegos. Sin duda, comer una moussaka aquí es como hacerlo en una aldea tradicional del sur de Grecia. También hay un Chinatown... o más bien seis, ya que son estos los distritos que cuentan con zonas de comercios y restaurantes asiáticos. Por la tarde, nada mejor que ir a visitar el Kensington Market, un conjunto de calles de estilo bohemio donde las tiendas se encuentran en casas antiguas de estilo victoriano. Los vecinos son artistas, músicos, estudiantes... Y como está a un paso de Little Italy, en el momento en el que nos cansemos, paramos para un latte. Para finalizar la jornada, nada con una cena en uno de las rascacielos más altos del mundo. Las mejores vistas de la ciudad se consiguen mientras se degusta un menú de alta cocina en el 360 Restaurant de la CN Tower. Seguro que nadie declina el postre si con eso se consigue arañar más minutos de vistas del skyline. Hemos reservado el segundo día para la cultura. No hace falta ni siquiera entrar en sus museos para disfrutarlos, ya que muchos son auténticas joyas arquitectónicas. Es el caso de la Art Gallery of Ontario, remodelada por Frank Gehry (que nació, por cierto, en Toronto). El Royal Ontario Museum también tiene firma de altura, la de Daniel Libeskind. En el Harbourfront Centre se pueden admirar obras de danza, lecturas literarias y conciertos; así como en el Four Seasons Centre for the Performing Arts, considerado el nuevo edificio de la Ópera en la ciudad. Para almorzar, antes de dejar la ciudad con la caída del sol, nada mejor que una hamburguesa en Home of the Brave, disfrutar de especialidades asiáticas en Barrio Coreano (se llama así, en castellano) o en el restaurante mexicano de moda Agave y Aguacate. Son tres de los mejores ejemplos de que, en materia gastronómica, pocas ciudades son más eclécticas que Toronto.