ROMA
Viajamos hasta Roma para conocer la historia que esconde la espectacular Iglesia de San Juan de los Florentinos. ¡No te dejará indiferente!
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Roma, una de las capitales europeas con más encanto. Y siendo honestos, no es para menos. Se trata de una ciudad que está repleta de monumentos, construcciones y rincones que no dejan absolutamente indiferente a nadie. Un claro ejemplo lo encontramos en la Iglesia de San Juan de los Florentinos.
Estamos ante una basílica menor y una iglesia titular que fue construida por orden del Papa Julio II. Está dedicada a San Juan Bautista, protector de Florencia. El paso del tiempo y de diversas circunstancias hicieron posible que se convirtiera en la Iglesia Nacional de Florencia en la capital de Italia.
Muchos fueron los arquitectos reconocidos que formaron parte del equipo que construyó y remodeló este templo. Entre ellos están Jacopo Sansovino, Miguel Ángel, Pietro da Cortona, Borromini o, incluso, Alessandro Galilei. Es más, en esta Iglesia de San Juan de los Florentinos están enterrados el propio Borromini, Horace Capponi y Carlo Maderno.
La Iglesia de San Juan de los Florentinos, a través de su historia
Para conocer el origen de esta construcción, debemos centrarnos en la figura de los Papas Mediceos. Fueron ellos los que impulsaron la creación de este templo, en el siglo XVI, para la congregación. El momento idóneo llegó, aproximadamente, en el 1508 con la apertura de la Via Giulia por Bramante, así como la voluntad del Papa Julio II.
Durante todo un siglo, esta Iglesia, bajo la advocación del patrón de Florencia, se fue erigiendo a través de numerosos proyectos. Las obras no concluyeron hasta 1614. Eso sí, la fachada fue construida bastante tiempo después, concretamente en 1734, por Alessandro Galilei. ¡Es sencillamente espectacular!
En cuanto al interior de esta Iglesia de San Juan de los Florentinos, destaca por su monumentalidad. Una de las cuestiones que llaman poderosamente la atención es la variedad y riqueza de los mármoles que se utilizaron para la decoración. Un material que se utilizó en retablos, pero también en paramentos.
Este templo tiene planta de cruz latina, tres naves y capillas laterales. Éstas están dedicadas a San Vicente Ferrer, San Felipe Benicio, San Jerónimo, San Felipe Neri, San Francisco de Asís, San Antonio Abad y San Lorenzo, Santa Magdalena de Pazzis y, por último, San Sebastián.
En cuanto a la Capilla Mayor de esta Iglesia, como no podía ser de otra forma, está consagrada a San Juan Bautista. Para su creación, intervino uno de los arquitectos más reconocidos como es el caso de Francesco Borromini. El altar está construido con mármol rojizo y está presidido por un grupo escultórico del Bautismo de Cristo, siendo obra de Antonio Raggi.
Sobre esta Capilla, se encuentra una de las grandes joyas de la corona de esta Iglesia: la cúpula, que está adornada por impresionantes casetones dorados y policromados en una forma muy curiosa, como es la de una estrella de ocho puntas. Sin duda, estamos ante uno de los templos más curiosos que podemos encontrar en Roma y, sobre todo, uno de los más espectaculares. ¡No te lo puedes perder!