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Kalmar, el castillo con más historia de Suecia

Es una de las ciudades más antiguas de Escandinavia y su castillo, frontera de reinos y testigo clave de la historia de Escandinavia.
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Una pequeña isla conectada con el continente por una estrecha pasarela acoge a uno de los enclaves más determinantes para conocer la historia medieval de Suecia. Se trata del castillo de Kalmar, una atracción turística hoy que durante siglos fue todo un símbolo, tanto de poder como de fuerza. Y no es de extrañar, pues esta ciudad no era una más. Está considerada una de las más antiguas de Escandinavia y su particular posición, frontera del antiguo reino de Dinamarca y del de Suecia, a un paso de la isla de Öland y, precisamente por esta, resguardada de los rigores más abruptos del mar Báltico, permitió un puerto próspero y un lugar estratégico para todo tipo de incursiones bélicas, tanto terrestres como marítimas. Pero nada sería posible sin su fortaleza. Fue durante el siglo XII cuando se construye una torre defensiva con ronda y un pequeño puerto en Kalmar, pero no tardaría en crecer, ya que un siglo después ya se había convertido en castillo, con muralla, torres de esquinas redondas y casetas que rodeaban la torre original. Fue el marco que se encontró la reina Margarita I de Dinamarca para la firma allí de la Unión de Kalmar, el tratado que uniría durante algo más de un siglo los reinos escandinavos en un único país. Hoy el castillo, que se presenta con estilo renacentista, reformado y restaurado en el siglo XIX, es un museo. Sigue contando con su foso, su puente y un segundo puente, levadizo, que impresiona al visitante. Estamos ante uno de los mejor conservados del norte de Europa, y eso permite que sea fácil imaginarse la dura vida medieval en un territorio tan septentrional. Pero Kalmar es un destino turístico con mucho más que ofrecer que solo el castillo. Resulta curioso, por ejemplo, que todos los puentes de la ciudad se convirtieron en propiedad privada de los ciudadanos, cada uno adornado con un letrero donde está escrito el nombre del propietario. Así, cruzaremos varios para visitar la catedral, otra parada obligada. Es del siglo XVII, barroca, con un estilo inconfundiblemente escandinavo. Pasear por los jardines Krusenstiernska, comer pescado del Báltico o jugar al golf (Kalmar es la cuna de este deporte en Suecia) son solo algunas de las actividades que hacer entre visita y visita. Sin duda, una Suecia diferente y, a la par, muy interesante.