América Sur
Es increíble que en un país tropical como Brasil con sus exuberantes bosques y playas nos encontremos un desierto en pleno litoral, sin embargo, en la esquina atlántica del país a orillas del río Preguiças y a 272 kilómetros de San Luis, la capital del estado brasileño de Maranhao, nos encontramos con un paraje paradisíaco, virgen e irrepetible: el Parque Nacional de los Lençois Maranhenses. Sus dunas de arena blanca aunque tengan la apariencia de un desierto, invadiendo hectáreas y hectáreas del continente desde la costa, están salpicadas de pequeños y grandes lagos verdes y azulados que nos dan la impresión de estar inmersos en un espejismo. Este fenómeno se debe a la cantidad de agua que se acumula en la época de lluvias formando charcos de aguas cristalinas en las depresiones entre las dunas. Durante el periodo de sequia las lagunas se evaporarán secándose completamente hasta la próxima estación lluviosa donde volverán a convertirse en el hábitat de varias especies de peces, tortugas y almejas. Un todoterreno nos lleva desde Barreirinhas, un pequeño pueblo cercano, hasta la puerta de entrada del parque. En nuestro vehículo, abierto y preparado para que el agua lo invada por los costados cuando atravesamos diversos riachuelos, cruzaremos el Preguiças en transbordador y llegaremos a una zona en la que comienza el camino a pie y desde allí nos podemos dirigir a los diversos destinos que hallamos dentro de los lençois: Lagoa Azul, Lagoa do Peixe, Lagoa da Esperanza, Lagoa Bonita... y también Oasis do Sula, el de Nicolau…. Tras subir y bajar demasiadas dunas que parece que no tienen fin, nos encontraremos con ese espectáculo de la naturaleza donde nos podemos dar más de un baño rodeados de pequeños pececillos plateados que corretean entre los pies o simplemente descansar en sus dunas sin sentirnos agobiados por la presencia de intrusos ni la llegada de excursiones masivas de turistas. De vuelta a Barreirihnas, se impone pasear por sus calles o sentarnos a tomar una cerveza fresquita con una suculenta cazuela de gambas en alguno de los garitos que rodean la parte de la orilla donde atracan los pequeños barcos. Se puede disfrutar de la belleza de esta región durante todo el año aunque la mejor época es tras la temporada de lluvias que dura de diciembre a junio.