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Europa

Lyon, una ciudad entre ríos y montañas

La localidad de la seda y el lugar en el que los hermanos Lumière filmaron su primera película
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Fue declarada Ciudad Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en el año 1998, se encuentra entre el Ródano y el Saona, a medio camino del mar y la montaña y es una de las ciudades más completas y apetecibles de toda Francia. Sí, hablamos de Lyon, situada en la región de Ródano-Alpes, una localidad que está a los pies de las colinas de Fourvière y la Croix Rousse. Lyon es también sinónimo de compras, de gastronomía típica francesa, de tranquilidad y viñedos. En sus alrededores se produce el famoso vino Beaujolais, que se puede degustar con calma en alguno de los muchos bouchons que se encuentran en la ciudad. Es decir, restaurantes locales que sirven los platos y especialidades lyonesas. Sus calles adoquinadas aún recuerdan su pasado: fue la capital de la Galia en tiempos del Imperio Romano. En este lugar se comerciaba y se llevaban a cabo numerosas actividades culturales que más tarde dieron paso a la ciudad que hoy en día conocemos, una de las más bellas de toda Francia. Es la tercera del país en cuanto a tamaño se refiere y también en población, tan solo precedida por París y Marsella. Combina a la perfección las dos características de los ríos que la riegan: el Ródano con su caudal prácticamente recto y el Saona, más estrecho y sinuoso, con curvas caprichosas. Ellos la dividen en tres partes, al norte del Ródano está la zona más residencial, Presqu’ile, la que se encuentra entre ambos ríos y el Vieux Lyon, el casco histórico. Merece la pena visitar la Catedral de San Juan, que data del siglo XII aunque no se terminó hasta el siglo XV. En ella, debido al tiempo que tardó en dar por concluida su construcción, se pueden observar varios estilos, desde el romanesco al gótico. Además de algunas joyas como su reloj astronómico o la capilla de los Borbones. El Museo de la Seda recuerda que era la capital de este tejido, cuando en la época de Luis XI se empezaron a abrir los primeros talleres. Este museo recupera toda la esencia de esos años y refleja lo que significó la seda para la localidad. Lyon tiene bajo su superficie varios pasadizos secretos que unían las casas de las familias más pudientes, sobre todo en el casco antiguo. El Vieux Lyon está perfectamente conservado y un paseo por sus calles nos transporta al siglo XVIII. Cualquiera de sus edificios es un museo en sí mismo. Desde la casa de Gadagne al Palacio Saint-Jean, sin olvidar la galería de Philibert Delorme ni la maison des Avocats. Pero también tiene un pasado cinematográfico porque los hermanos Lumière filmaron en Lyon su primera película, por lo que hoy se puede visitar un museo dedicado a ellos y su obra. También aquellos que busquen buenas sedas podrán encontrar numerosos talleres en los que incluso se pueden recibir clases. En el siglo XVIII prácticamente la mitad de los habitantes de Lyon vivían de la producción o distribución de la seda y aunque en la actualidad las cifras no se parecen, aún quedan quienes siguen dedicándose a ella. Los colores que tiñen la ciudad son cálidos, acogedores y con solo un vistazo es suficiente para saber que se está en una localidad del sur de Europa. Lyon es dinámica, con muchos habitantes universitarios y el ritmo de vida que se lleva es jovial y apetecible para cualquiera que quiera vivir, comer, reír y disfrutar de los bonitos paisajes que ofrece.