COREA DEL SUR
En países del Lejano Oriente como Japón o Corea, el helado tal como lo conocemos en Europa, el de estilo italiano, es prácticamente un desconocido. No es que no podamos encontrar en supermercados o en las propias calles firmas de helados americanos o los cada vez más frecuentes de yogur, pero no se trata de un postre clásico, ni mucho menos tradicional.
En Corea, en cambio, ha surgido desde hace unos años una versión orientalizada de postre veraniego llamado ‘bingsu’ que, para muchos, es la alternativa perfecta. Cada vez más popular, se come particularmente en verano y no se conoce su origen exacto, pero algunos lo sitúan siglos atrás, en los años de la dinastía Joseon, y que al principio tenía forma de Patjuk (una sopa espesa de frijoles rojos coreanos, parecida al puré), pero enfriada sobre copos de nieve.
De hecho, este detalle final se mantiene. No con nieve, claro, pero sí con hielo en polvo o picado, que es la base del postre. Los principales ingredientes de un patbingsu (o Bingsu, como se le conoce normalmente) son el pat (alubias rojoa) y nieve o hielo granizado. A partir de ahí se derivan todo tipo de cambios, prácticamente tres o cuatro por cada pastelería o cafetería en donde lo sirven.
Así, algunos le añaden frutos secos. Otros prefieren suplementar con siropes, frutas, chocolates, castañas asadas... y así un sinfín de sabores. El secreto es saber esperar a que poco a poco se vaya fundiendo la sopa de alubias rojas con el hielo, creando una masa espesa que sí recuerda al helado italiano. Claro que el calor en Corea no siempre permite esperar esos minutos...
En Seúl, el lugar más famoso para probarlo es Dongbinggo, una heladería especializada precisamente en patbingsus. Sus variedades van desde los clásicos de copos de nieve endulzados con leche condensada, dulce de alubias rojas y pedazos de pastel de arroz encima a otros más enrevesados como los de cereales integrales con aroma a nuez, los de café o los de té con leche. Las colas de espera son inevitables, y no cuentes con sentarte porque solo hay ocho mesas (desde 6.500 wones; en Ichon-ro 319, Yongsan-gu).
También tradicional es el que sirven en Danobak Bingsu, una cafetería en el que la estrella es el de puré de calabaza o Danhobak. Aquí se sirve, si se quiere, con una bola de helado de vainilla europeo, decorado con mermelada y trozos de pastel de arroz y soja. Es tal la consistencia que los coreanos lo entienden como un sustitutivo de toda una comida, de ahí que normalmente se comparta entre dos personas o más, si solo se quiere comer junto a un café (19.500 wones para dos personas, en Seongbungno26-gil 8, Seongbuk-gu).
La mezcla definitiva de bingsu y té verde es lo que ofrecen en O’Sulloc. Se prepara al estilo italiano, mezclando leche, pero en este caso es de soja, lo que permite que se mezcle mejor con la alubia roja y el hielo. Tiene un toque de avellana y el mejor té verde del mercado, por lo que hará las delicias de los amantes de este sabor (desde 13.000 wones para dos personas; 45-1 Insadong-gil, Jongno-gu).
Y los amantes del dulce tienen la variedad más cremosa y azucarada en Maman Gateau. Aquí es el caramelo el que se funde con el hielo, un toffee a la coreana en el que participan, además del hielo, las almendras tostadas, las nueces de Pecán, una bola de helado de caramelo, almendras caramelizadas y el sirope de caramelo. Imposible no caer en la tentación si te gusta el dulce. En el distrito de Gangnam (20-12 Apgujeongno 10-gil), desde 12.000 wones.
La quinta recomendación es el Café Imi. Aquí el bingsu cambia completamente de concepto. El hielo es cubierto por una especie de crema Chantilly en la que se introducen pequeños pedazos de naranja confitada, o pequeñas bolas de naranja cremosa, con un toque de leche, lo que lo convierte, según los entendidos, en un perfecto desayuno infantil. Como un bol de cereales, pero de hielo (6.000 wones; 7 Donggyo-ro 25-gil Mapo-gu).
Lo habitual es que se sirvan en raciones muy grandes que haya que compartir entre dos e incluso tres personas, pero eso no quiere decir que no se puedan tomar de forma individual. Lo importante, eso sí, es disfrutarlo desde la primera a la última cucharada.
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