América Sur
Rodeada por la inmensidad del Pacífico, al sur de trópico de Capricornio, a 3680 kilómetros de Chile y a 4050 de Tahiti, emerge Isla de Pascua o Rapa Nui, la morada que acoge a 777 gigantes de piedra. Quizá sea ese alejamiento junto a su legado arqueológico lo que ha contribuido al halo de misterio que la envuelve y la convierte en un destino atractivo para los apasionados por los lugares bellos y legendarios. Tepito Ote Henua (el ombligo del Mundo), como la llamaban sus antiguos habitantes, es un destino mágico donde, dada su pequeña extensión, podemos recorrer sus volcanes y praderas a pie, en bicicleta, moto o incluso a caballo; observar buceando su fauna y flora marina y sobre todo ser testigos del aura mágica de estas esculturas megalíticas. La leyenda habla de un misterioso origen que se remonta al siglo V cuando Hotu-Matua, guiado por los dioses y las estrellas, llegó a la isla con sus seis hijos y su esposa después de abandonar Hiva, en las actuales Islas Marquesas. Sin embargo, aún es más misterioso el momento en que los pascuenses comenzaron a tallar sus gigantes cabezas de piedra. Hay teorías que sitúan su realización en los siglos XII y XVI. Se cree que los moais eran representaciones de sus difuntos antepasados que proyectaban su poder sobrenatural sobre sus descendientes. Según un estudio cada moai mide mas de cuatro metros y pesa más de 12 toneladas. El más grande, Te Pito Kura, se acerca a las 80 toneladas de peso y once metros de altura. La mayoría de ellos, una vez trasladados desde la cantera donde se realizaban, eran colocados sobre una plataforma ceremonial llamada Ahu de espaldas al mar y en grupos impares. Algunos de ellos tocados con una especie de moño de piedra volcánica de color rojo, pukao, símbolo de jerarquía. Los pukao no proceden de la cantera de Rano Raraku sino de Puna Pau, un pequeño cráter a unos 13 kilómetros. Hoy en día, sus habitantes se concentran en Hanga Roa, la capital y única ciudad, con su puerto y aeropuerto. Este pueblo orgulloso de su cultura y tradiciones que intenta mantenerla a pesar de las influencias exteriores.