Asia
En el mundo hay hoteles que son joyas arquitectónicas, otros conocidos por su refinamiento, su impecable servicio o sus huéspedes famosos. Pues el Raffles Hotel de Singapur reúne todos estos requisitos y alguno más. Cuenta con una magia que hace que, junto con el Mandarín Oriental de Bangkok y el Hotel Peninsula de Hong Kong, pertenezca al selecto club de hoteles del sudeste asiático con un extenso bagaje colonial a sus espaldas mostrando su esplendor entre los modernos rascacielos de estas urbes. Es curioso que la famosa frase “nos vemos en el Raffles” habitual entre los ingleses que desembarcaban en el puerto de Singapur a principio del siglo XX siga de plena actualidad si tenemos la suerte de estar en esta ciudad. Sir Stanford Raffles creó en 1887 en Beach Road, inicialmente a la orilla del mar antes de que la ciudad le fuera arañando terreno, un hotel colonial con tan solo 10 habitaciones. Desde el primer momento atrajo la atención de la alta clase colonial en parte por su marcado espíritu pionero. Fue el primero de la ciudad que ofreció electricidad y también lo hizo con el aire acondicionado, un lujo indispensable para soportar su clima caluroso y húmedo. Doce años más tarde sería ampliado, se convertiría en referente del refinamiento oriental y en 1987 el Gobierno de Singapur lo catalogó como Monumento Nacional. El recorrido por su historia da para mucho. Fue temporalmente campamento de prisioneros aliados en la II Guerra Mundial. Su corredor con fotos antiguas da idea de los personajes famosos que aquí se alojaron, alguno de ellos dan nombre a sus habitaciones. Por él pasaron Charles Chaplin, Ava Gardner, Joseph Conrad o la reina Isabel de Inglaterra, incluso en alguna foto podemos ver al ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Tomando una copa en el Writers Bar se palpa ese ambiente literario del que siempre hizo gala, incluso cada noche dejan en las habitaciones un fragmento de algún texto que haga referencia al hotel. Si andamos escasos de presupuesto para poder alojarnos en él, podemos disfrutar de su espectacular jardín tropical, de la Hora del té en su solicitado Tiffin Room y por descontado no desaprovechar la ocasión de tomar en el Long Bar un auténtico Singapore Sling, uno de los cócteles más universales creado Ngiam Tong Boon en 1915. Además cuenta con una selecta galería comercial, restaurantes con diferentes tipos de comida y una de las bodegas más extensas del continente. Por todo ello no es de extrañar que al Raffles Hotel se le conozca también como la “grand old lady”, toda una anciana gran dama de Singapur.