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Europa

En el palacio de Carlos I de Portugal

Situado en un enclave único, hoy es el Palace Hotel Bussaco, de cinco estrellas
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En el siglo XIX, el rey Carlos I de Portugal ordenó construir un palacio de caza en un entorno excepcional, el Bosque Nacional de Bussaco. La edificación del mismo tuvo lugar entre 1888 y 1907, con el fin de dar forma a un palacio arquitectónicamente perfecto. Durante esta época, en toda Europa se extendió la costumbre de reconstruir de una manera pintoresca algunos castillos prácticamente es ruinas, como es el caso del Castillo de Neuschwanstein, el Castillo de Lichtenstein o el Castillo de Hohenzollern. Siguiendo esta tendencia, el palacio de Bussaco se ideó con características románticas pero también siguiendo cánones puramente estéticos que hacen de él una construcción de ensueño. El diseño del palacio corrió a cargo del arquitecto italiano y escenógrafo Luigi Manini, que viajó a Portugal por deseo expreso de la reina María Pía de Saboya. Él quiso aunar también en la construcción algunos detalles ornamentales de estilo manuelino que evocan al estilo arquitectónico del siglo XVI, características propias del gótico, y después le sucederían en sus tareas Nicola Bigaglia, José Alexandre Soares y Manuel Joaquim Norte. El resultado fue espectacular y se conserva perfectamente para uso y disfrute de todos los huéspedes, porque ahora el palacio real es el Palace Hotel Bussaco. Un alojamiento de cinco estrellas que sorprende a todo aquel que se acerca para admirarlo e incluso provoca alguna que otra exclamación por su inmensa belleza. Se encuentra en lo alto de una colina, en el centro del Parque Nacional de Bussaco, por lo que la tranquilidad es una de sus principales características. Y a menos de 30 kilómetros de Coimbra.El hotel abrió sus puertas en 1917 y es considerado uno de los más bonitos y también históricos de Europa, e incluso del mundo. La sensación de alojarse en un auténtico palacio, rodeado de hectáreas de jardines cuidados hasta el más mínimo detalle, es incomparable. En un principio el palacio se construyó con ladrillos, aunque más tarde fue cubierto con rocas calizas y piedras areniscas de una cantera cercana. Se trata de un verdadero capricho, repleto de excesos y detalles exóticos que lo asemejan a un castillo de cuento rodeado de un bosque que bien podría estar encantado. Coníferas, arbustos y una infinidad de especies rodean el hotel y proporcionan a sus alrededores un aroma muy característico. Sus 62 habitaciones están decoradas de forma clásica, con muebles de época, piezas de estilo Art Nouveau y también del siglo XVIII muy valiosas, además de azulejos típicos portugueses, suelos de madera y grandes pinturas. Los arcos, el mármol, las referencias náuticas y los pilares que sujetan techos abovedados en ocasiones recuerdan a la mítica Torre de Belem de Lisboa, pero lo cierto es que tiene suficiente personalidad y gancho por sí mismo, sin necesidad de coger referencias prestadas. La exclusividad del Palace Hotel Bussaco no es para contar, sino para disfrutarla de primera mano. Además de poder hacer actividades, pasear y disfrutar del encantador entorno que antes pertenecía a un convento de las Carmelitas Descalzas, los huéspedes pueden saborear la gastronomía típica en su restaurante, acompañada de una selección de los mejores vinos de todo el mundo.