PERÚ
Viajamos hasta la capital de Perú para conocer la historia que esconde uno de sus rincones más significativos: la Plaza Mayor.
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Lima, capital de Perú. Un lugar en el que encontramos un gran número de construcciones, monumentos y rincones absolutamente espectaculares y fascinantes. Un claro ejemplo lo encontramos en la Plaza Mayor de Lima.
También conocida como Plaza de Armas, estamos ante el principal espacio público de la capital de Perú. Tanto es así que, a su alrededor, encontramos edificaciones significativas de la ciudad como es el caso de la Catedral de Lima, el Palacio de Gobierno, la Iglesia del Sagrario o, incluso, el Palacio Arzobispal.
La Plaza Mayor de Lima, a través de su historia
Para conocer su origen, debemos viajar hasta el año 1523. Por aquel entonces, el Rey Carlos I de España dictó las conocidas Ordenanzas para la fundación de ciudades en el nuevo mundo. De esta forma, dejaba especificado que, tras el trazado del plano de la ciudad en cuestión, tenía que ser repartido a cordel y regla en forma cuadricular desde la localización de una plaza mayor. Y todo con el fin de que el lugar, a posteriori, no tuviera problemas para expandirse.
En enero de 1535, con motivo de la refundación de la ciudad, Francisco Pizarro quiso seguir al pie de la letra la orden emitida por el Rey Carlos I de España. Por esta razón, decidió plantar una picota en el mismo centro de ese solar que iba a estar destinado a ser la plaza mayor.
Para realizar la cuadrícula de la ciudad, Francisco Pizarro contó con Diego de Agüero, Nicolás de Ribera y Francisco Quintero. De esta forma, cada manzana contaba con un total de cuatro lotes. Pizarro, aprovechando que era el gobernador de la ciudad, quiso adjudicarse una manzana entera en la parte norte de la plaza.
Con posterioridad, el virrey Diego López de Zúñiga tomó la firme decisión de trasladar la picota cerca del río. Una medida que no tardó en justificar diciendo que habían empezado unas obras para, en ese punto, colocar una pileta. Con el paso del tiempo, la picota regresó a la Plaza Mayor pero, en esta ocasión, se situó en la zona sur de este lugar.
Más tarde, volvió a “mudarse” a la Plaza de Santana y, al año, regresó al Callejón de los Petateros. Una de las épocas más doradas de la Plaza Mayor de Lima tuvo lugar durante la época virreinal, ya que sirvió como plaza de toros y como mercado, pero también era el sitio donde los condenados eran ejecutados.
Es más, en esta Plaza tuvieron lugar los conocidos autos de fe celebrados por el Santo Oficio de la Inquisición. Era uno de los tres tribunales que había en América. El primer condenado, que fue el primer quemado en todo el continente, se llamaba Mateo Salado. Sin duda, estamos ante uno de los lugares con más historia de la capital de Perú.