MÁS QUE UN DESTINO DE más que sol y arena.

República Dominicana: la isla donde el Caribe se siente más vivo

Este país caribeño no es solo un destino de playa, también ofrece una experiencia marcada por la diversidad de su entorno natural. La arena blanca, las formaciones boscosas y la dinámica oceánica son los elementos que forman su paisaje. Así, el encuentro entre la tierra y el océano define su identidad natural.

República Dominicana: la isla donde el Caribe se siente más vivoViajestic

En el núcleo del Caribe se encuentra República Dominicana, un lugar en el convergen ecosistemas que definen su geografía, caracterizada por la proximidad entre la selva interior y el litoral marino.

Playas que cuentan historias

El litoral dominicano se caracteriza por su notable diversidad, ofreciendo tramos costeros únicos. En el este, emergen los inmensos bancos de arena de Punta Cana, caracterizados por vastas extensiones y palmeras que crean un paisaje idóneo para el descanso. Este entorno se define por una estética tranquila, donde la prisa se minimiza.

Punta Cana | Viajestic

En contraste, la región sur del país presenta playas con un carácter más salvaje y auténtico. Estas costas están protegidas por acantilados y sustentan una biodiversidad significativa. Bahía de las Águilas ejemplifica esta diferencia: su extensión se mantiene virgen e intacta. Es un escenario natural protegido y de alto valor ecológico, que representa la conservación costera en la isla.

La naturaleza que acompaña cada playa dominicana

Detrás de cada playa se extiende una selva que aguarda y un interior que conserva una pureza natural intacta. La República Dominicana es un continuo paisaje natural donde el color verde domina cada extensión de tierra.

La geografía del país es intensamente diversa y activa: las palmeras conviven con manglares, bosques tropicales, lagunas ocultas y cumbres que vigilan el mar. Esta combinación crea una fuerza biológica característica de la isla.

Aventura en República Dominicana | Viajestic

En contraste, la región sur del país presenta playas con un carácter más salvaje y auténtico. Estas costas están protegidas por acantilados y sustentan una biodiversidad significativa. Bahía de las Águilas ejemplifica esta diferencia: su extensión se mantiene virgen e intacta. Es un escenario natural protegido y de alto valor ecológico, que representa la conservación costera en la isla.

La naturaleza que acompaña cada playa dominicana

Detrás de cada playa se extiende una selva que aguarda y un interior que conserva una pureza natural intacta. La República Dominicana es un continuo paisaje natural donde el color verde domina cada extensión de tierra.

La geografía del país es intensamente diversa y activa: las palmeras conviven con manglares, bosques tropicales, lagunas ocultas y cumbres que vigilan el mar. Esta combinación crea una fuerza biológica característica de la isla.

Parque Nacional Los Haitises | Viajestic

El país revela un interior diverso que sorprende incluso al viajero más experimentado. El Parque Nacional Los Haitises es un ejemplo de este Caribe inesperado. Aquí, un paisaje surrealista combina manglares infinitos con formaciones rocosas que emergen del agua como catedrales naturales. Decenas de cuevas esconden además arte taíno milenario, convirtiendo la navegación por este laberinto natural en un recorrido por siglos de historia.

Aventura en Samaná y los Alpes del Caribe

La península de Samaná ofrece la combinación perfecta de aventura y contemplación. El Salto del Limón se precipita desde 40 metros de altura, formando una espectacular piscina natural rodeada de selva densa. El trayecto hasta la cascada es una caminata por cocotales, riachuelos y plantaciones de café, un camino diseñado para ser vivido paso a paso.

La sorpresa definitiva llega en el interior, en Jarabacoa y Valle Nuevo, donde nadie espera encontrar temperaturas frescas y un paisaje de alta montaña. La Cordillera Central, conocida como los "Alpes del Caribe", se eleva hasta albergar el Pico Duarte, que con sus 3.087 metros es el techo de todo el Caribe insular. Alcanzar la cima es un desafío de cuatro días que atraviesa tres ecosistemas, desde la selva húmeda hasta páramos fríos, demostrando que este destino es mucho más que sol y arena.

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