Una de las rutas más bellas de Europa
También llamada la ruta del “triángulo imperial”, la visita de estas tres ciudades es casi obligatoria para conocer mucho más de la historia del antiguo continente. Son muchas las personas que aprovechan un solo viaje para conocer estas tres capitales del centro de Europa, y es que aunque se necesita tenerlo todo bien organizado, es un recorrido que merece la pena.
Viena, Praga y Budapest son las capitales de Austria, República Checa y Hungría, respectivamente. Gracias a la proximidad de estas tres ciudades, los viajeros han ido trazando una ruta que las recorre y que no deja indiferente a ningún viajero que le apasione el arte y la historia. Es importante saber que en cada uno de estos países se utiliza una moneda diferente. Por eso, es mejor organizarlo todo con tiempo antes de viajar, sobre todo si hablamos de alojamientos y transportes.
Esta ruta normalmente se comienza en Praga o Budapest, puesto que Viena es la ciudad ubicada en el centro. Nosotros recomendamos hacerla en primavera u otoño, puesto que el tiempo suele ser bastante favorable y las ciudades no están repletas de turistas como por ejemplo ocurre en verano. Además, los precios en estas estaciones son mucho mejores.
El tiempo estimado en cada una de las ciudades, si queréis verlas más o menos por completo, tendría que ser de unos tres o cuatro días. Hay que tener en cuenta también el medio de transporte que escogeréis para desplazaros, ya que se puede realizar en tren, autobús, coche o a través de algún viaje organizado. Las conexiones en tren son muy buenas y rápidas, además que es un medio que te permite ir disfrutando del paisaje sin ninguna preocupación. Si en cambio preferís coger el coche, debéis saber que existe una especie de “peajes” e impuestos de circulación, que rondan los 10 euros y te duran más o menos diez días.
Al tener pocos días para recorrer cada ciudad, a continuación os contaremos las cosas principales que no os podéis perder de cada una de ellas:
Praga: es considerada una de las ciudades más hermosas del mundo, y es que no es para menos. La Plaza de la Ciudad Vieja es su joya principal, donde se encuentra el famoso Reloj Astronómico colocado en el Antiguo Ayuntamiento. El resto de sus grandes atractivos serían: el Puente de Carlos, el Castillo de Praga, la Torre de la Pólvora, la Catedral de San Vito o el Callejón de Oro.
Viena: la capital imperial de la música clásica, un lugar que te atrapará desde el primer momento. Cuenta con alguno de los palacios más impresionantes del mundo, como el de Schönbrunn, el Palacio Hofburg o el Palacio Belvedere, tres imprescindibles. Por supuesto, su Ópera y la Biblioteca Nacional Austríaca, también lo son. Si tenéis tiempo, debéis pasear por el Stadtpark, un lugar perfecto para desconectar rodeado de naturaleza.
Budapest: esta ciudad se formó por la unión de dos diferentes: Buda y Pest. Tanto en uno como en otro lado, hay muchos lugares que se deben visitar obligatoriamente: el Parlamento de Budapest, los Zapatos en el Danubio, el Castillo de Buda, el Puente de las Cadenas o el Bastión de los Pescadores. Además, os recomendamos daros un baño en el Balneario Széchenyi, uno de los baños termales más grandes de Europa y un lugar ideal para desconectar.