Un viaje histórico
El Puente Carlos es muy admirado por su arquitectura y es, además, un lugar donde las leyendas y la historia chocan y nos dejan anécdotas de lo más curiosas e interesantes. Os contamos varias de ellas.
Construido en la segunda mitad del siglo XIV, el Puente Carlos es sin duda el monumento más famoso de una de las ciudades más misteriosas del continente europeo: Praga. Su construcción terminó en el año 1402, atraviesa el río Moldova, une la Ciudad Vieja con la Ciudad Pequeña y es el segundo puente más antiguo de República Checa.
Sus características arquitectónicas convierten al Puente de Carlos IV en uno de los grandes monumentos del mundo: 516 metros de largo y 10 metros de ancho forman esta construcción que cuenta con 16 arcos y más de 30 estatuas decorando su recorrido, de diferentes épocas y estilos. Además, la torre que se encuentra en la cabecera de la Ciudad Vieja está considerada como uno de los ejemplos de arquitectura gótica más impresionantes del mundo; junto a ésta, otras dos torres completan su imagen.
Pero no es solo esto lo que atrae cada día la atención de decenas de turistas a uno de los puentes más famosos de la historia: en torno al mismo existen todo tipo de leyendas y secretos, empezando desde el mismo día de su construcción.
Se dice que Carlos IV ordenó construir un puente que aguantara “mil años”, después de que el Puente de Judith, la construcción que dominó la zona hasta 1342, sucumbiera a las embestidas del río Moldova. Fue entonces cuando los astrólogos entraron en acción: para que el puente resistiera siempre a los envites de la fortuna, había que calcular con exactitud el día y la hora en que debía ser puesta la primera piedra. Así las cosas, esperaron hasta el 9 de julio de 1357 al alba, a las 05:31 de la mañana, para empezar a construirlo.
Otra de las leyendas, que puede considerarse incluso historia, gira en torno a los materiales utilizados para la construcción. Se dice que los arquitectos confiaban en los métodos utilizados por entonces para construir, que hablaban de que mezclar yema de huevos y leche en la argamasa aseguraba el resultado. Para ello, recolectaron por todo el país estos productos -y los obreros acabaron comiéndose varios huevos hervidos cuando llegaron a ellos al descubrir que cocinados de esta forma el resultado no era válido. Decimos que puede ser historia porque parece ser que en 2002 se encontraron restos orgánicos e inorgánicos en la construcción.
Como todas las ciudades que se precien, Praga tiene su lugar para pedir un deseo y está, claro, sobre el puente. Aunque son muchas las historias que giran en torno a dos esculturas que nombraremos más adelante, es una mucho más olvidada la que posee ese poder mágico de conceder deseos. Se trata de una cruz con cinco estrellas: si colocamos la mano sobre ella, alcanzando todas las puntas, podemos pedir cinco deseos y uno de ellos nos será concedido.
Esta cruz suele pasar desapercibida porque es, con mucho, lo más modesto de la construcción, pero no es difícil localizarla si sabes lo que buscas. Está colocada sobre el lugar por el que Juan Nepomuceno fue lanzado al río y es precisamente la escultura dedicada a Juan lo que hace que los visitantes se confundan; no, esta estatua no os dará suerte, en contra de lo que suele pensarse, pero también hay muchas leyendas en torno a la misma.
Localizarla es también muy sencillo: es la escultura que cuenta con una preciosa aureola dorada de cinco estrellas sobre la cabeza. ¿Quién era Juan Nepomuceno? En esta ocasión vuelve a mezclarse la leyenda y la historia.
Juan Nepomuceno es uno de los Santos más importantes de Praga. La leyenda cuenta que fue confesor de la Reina; el Rey quiso conocer los secretos de su esposa, después de creer que estaba incumpliendo sus votos matrimoniales, pero Juan fue el primero en acogerse al famoso “secreto de confesión” para negarle sus deseos al Rey que, evidentemente, se vengó.
Juan fue lanzado al río después de ser torturado -el punto desde el que fue lanzado al río es el lugar en el que se encuentra esa cruz de cinco estrellas, como hemos dicho antes. Tiempo más tarde, su cadáver fue encontrado por los habitantes de la ciudad, despues de que cinco estrellas iluminasen el punto exacto del fondo del río en el que se encontraba. La leyenda se ha mantenido viva desde entonces.
Hay quien añade más datos a esta historia: según otra corriente, Juan aceptó confesar a un alma todos los secretos de la Reina y cuando el Rey creía haber vencido, el Santo le susurró todo cuanto él quería saber a su perro. Hoy en día, podemos encontrar una escultura dedicada al animal en este mismo lugar. Tanto la estatua dedicada a Juan como la dedicada al perro -especialmente la primera- están desgastadas de tanto acariciarlas, creyendo que son el punto mágico de este Puente.
Un hecho que podemos considerar absolutamente real es que el Puente Carlos está conectado con la Isla Kampa, una isla artificial en el río Moldova que está considerada una de las más hermosas del continente. Las escaleras que nos llevan a ella se encuentran entre las estatuas y nos conducirán a uno de los rincones más tranquilos y bonitos de Praga.
Como último dato, cuidado si decidís pasear por el puente de noche: se dice que las estatuas bajan de sus pedestales cuando no hay nadie para charlar entre ellas.