Asia
En la década de los sesenta los hippies quedaron fascinados con el antiguo enclave portugués deGoa, una mezcla embriagadora de serenidad y naturaleza. Sus hermosos paisajes, su exotismo tropical que combina elegantes palmeras junto a extensas dunas y silenciosas calas bañadas por el mar de Arabia. La principal protagonista de la región es, sin duda, su costa de aguas cristalinas aunque los ríos del interior atraen a tal variedad de especies animales, especialmente aves de todos los colores y tamaños, que merece la pena hacer una incursión para extasiarnos con ellos. Esta antigua colonia portuguesa, que adquirió un notable esplendor comercial, es tan bella y rica culturalmente como pequeña en tamaño. Su cultura es especial, el catolicismo es la religión más importante. De hecho no extraña su paisaje salpicado de pintorescas iglesias. En su capital Panaji se palpa ese legado colonial por cualquier rincón. Una ciudad acogedora que invita a pasear entre sus antiguas mansiones, recorrer sus coloridos mercados y hacer un descanso para descubrir la gastronomía local. Una ciudad realmente curiosa donde abundan más las faldas que los saris. En las frondosas montañas del norte de Goa, en la playa de Sinquerin, en 1662 los portugueses construyeron Fort Aguada junto a un manantial para suministrar agua potable a los barcos que navegaban por el Mar de Arabia. Su gruesa muralla defendía la zona de las incursiones de holandeses y marajás y durante su etapa colonial fue el único bastión que no fue conquistado. En este histórico enclave se encuentra Taj Fort Aguada, un complejo de villas construidas sobre las murallas de la fortaleza. Cuenta con lo necesario para descansar. Dejar pasar tranquilamente el tiempo simplemente observando su poderoso paisaje. Darse un chapuzón en su playa privada y practicar deportes acuáticos. Entregarse a los relajantes tratamientos de su spa. Disfrutar de su imaginativa cocina. Un refugio ideal para explorar esta parte de India en el que seguro quedará atrapado por su seducción.