RUTAS ALPINAS
Suiza esconde muchos más contrastantes de lo que uno imagina cuando, al conocerla por primera vez, e incluso sin haber estado nunca, cree que todo lo que allí va a encontrar son grandes montañas alpinas, bosques y ciudades llenas de bancos y entidades financieras. De hecho, permitirse unos días sin rumbo ni dirección por algunos de sus cantones menos transitados nos acerca a rincones y paisajes únicos, en los que lagos, ríos, valles y aldeas que parecen no haber sido modificadas desde hace siglos, por el encanto y buen gusto con el que conservan sus cascos históricos, no dejan de sorprendernos.
Para poder conocer esa Suiza diferente, la Oficina de Turismo del país helvético ha creado La Gran Ruta de Suiza, un camino de 1.600 kilómetros en los que, casi en un círculo perfecto, recorre todo el país. Se trata de un viaje dividido en nueve etapas, en las que se parte siempre de una de las principales ciudades y en las que el orden lo decide el propio turista. Así, Berna, Lausanne, Neuchâtel, Ginebra, Basilea, Zurich, Appenzell, St. Moritz, Lugano y Zermatt son los puntos de llegada o comienzo de cada una.
En este recorrido grandioso, que busca rememorar en clave del siglo XXI otros caminos clásicos como, por ejemplo, el de Santiago, se pasa, además de por decenas de pueblos pintorescos, por hasta cinco puertos alpinos, así como dos biosferas diferenciadas, 22 lagos y hasta once lugares que han sido declarados por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Algunos de los tramos merecen una visita más que obligada. Es el caso del que va de Airola a Gletsch, en cuyo camino encontramos la Tremola, considerada ‘la reina de los recorridos alpinos’, con una carretera serpenteante hacia el Gotardo, visible desde el puerto de montaña. Otro igual de llamativo es acercarse a Engadina, uno de los jardines de flores silvestres más bonitos del país, en el camino entre Zernez y Silvaplana, siguiendo el curso del río Inn.
Aunque, para ríos, el que propone la ruta más oriental, paseando por la carretera cantonal por detrás de Thusis, donde es posible ver la Viamala, un acueducto de montaña que trata de salvar los angostos valles que ha creado el Rin Posterior durante siglos. Puentes, galerías y túneles forman parte de un camino en el que hay que hacer parada en el pueblito de Andeer y en el desfiladero de Roffla antes de llegar al lago de Sufner.
Claro que, para lagos, el de Thun. Es el compañero que no nos dejará durante nuestro camino desde Untersteen a Oberhofen, en la región de Interlaken. Es imposible no terminar aparcando el coche en un recodo del camino y pararse a fotografiar la belleza de este enorme lago, así como querer montar en el teleférico que sube al Niederhorn, antes de terminar tomando el sol en la ‘playa’ de Oberhofen, nuestro destino de esta parte de la Gran Ruta.
Seguir las huellas de Guillermo Tell, visitar lugares famosos como el puente cubierto y la Torre de Agua de Lucerna, montar en el ferrocarril Rético, a través de St. Moritz; entrar en los castillos de Bellinzona y mucho más, en unas jornadas densas que se deben realizar con calma, de ahí que sea mucho mejor hacerlas, siempre que se pueda, en coche, y sin preocuparse por terminarlas el mismo día, pues no será una mala idea hacer para en medio del camino y tomar como nuevo punto de partida el albergue de algún pueblito de los valles. Conocer una Suiza única y diferente será la mejor recompensa a nuestra aventura.
Una web dedicada en exclusiva a La Gran Ruta Suiza permite, además, recorrer antes de hacerlo en persona cada una de las etapas, lo que da la opción de elegir qué puntos nos interesan más y, también, calcular distancias. A posteriori, rememorar un recorrido que, seguro, se quedará en nuestras retinas.
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