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EXOTISMO

La Tatacoa, el desierto escondido de Colombia

Situado en una zona de bosque tropical muy seco, en pleno Valle de las Tristezas, este gran desierto casi ralo fue descubierto por casualidad por españoles en busca de El Dorado.  
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Corría el siglo XVI cuando Gonzalo Jiménez de Quesada se propuso descubrir El Dorado. Este explorador y conquistador de Nueva Granada, la actual Colombia, no pudo imaginar que, en su camino de cuatro años, donde buena parte de los hombres de la expedición perecieron y él mismo, ya sexagenario, padeció todo tipo de inclemencias, darían con un rincón único: un desierto en pleno bosque tropical seco.

Se trata del desierto de La Tatacoa, uno de los rincones más exóticos del país sudamericano. Una extensión de 330 kilómetros cuadrados de tierras rojizas, amarillas y grises, en las que la roca destaca sobre una escasa vegetación. Esta se compone sobre todo de grandes cactus, dando una sensación de estar en los grandes desiertos norteamericanos y no en pleno centro de Colombia.

Eso no quiere decir que no haya vida. A pesar de ser una zona muy erosionada, no faltan algunas especies de roedores, serpientes, arañas, escorpiones, águilas, lagartos... e incluso algunas tortugas, que se esconden en la tierra seca y entre los cactus, algunos de ellos de hasta cinco metros de altura.

Como destino, impacta por su belleza y no son pocos los que se deciden a acampar algunas noches aquí, tanto para respirar aire puro como para poder disfrutar de uno de los cielos más claros y estrellados de toda la zona tropical. Además, llegar no es difícil, pues el municipio más cercano, Villavieja, se encuentra a apenas 10 minutos de la entrada al Parque Nacional del desierto; y a una hora del aeropuerto de Neiva, que es la ciudad principal más próxima con todas las infraestructuras.

Villavieja está considerada la capital paleontológica de Colombia, sobre todo gracias a los muchos sedimentos encontrados en el Valle de las Tristezas, al que pertenece La Tatacoa, entre ellos los huesos de animales de hace decenas de siglos. Allí, de hecho, se encuentra el museo Paleontológico más importante del país, además de otros lugares como la Capilla de Santa Bárbara, que está declarada Monumento Nacional, o varias casas coloniales, una de ellas famosa por haber albergado a Simón Bolívar.

En plena puerta de entrada a los senderos y caminos del desierto se encuentra un importante observatorio astronómico, que alberga un potente telescopio. Los visitantes pueden ver el cielo, las estrellas y los alrededores gracias a otros telescopios, más modestos, que se han habilitado en una terraza elevada junto al edificio principal. Además, lo pueden hacer mientras un guía les explica los pormenores del cielo de este rincón del planeta. Enfrente, las piedras ricas en hierro, de un color rojo intenso, esperan ansiosas el turno de la caminata, que para muchos es como hacerlo en Marte, por su tonalidad.

El camino por el desierto se demora un mínimo de 40 minutos si se quiere hacer con guía. En estos senderos ‘oficiales’, se explica sobre todo la diferencia entre los cactus y la estratificación de los minerales. Es muy interesante observar el cactus Cabeza de Negro en pleno desarrollo, sobre todo cuando deja ver sus frutos, rojos y comestibles. Cerca, en el valle del Cardón, es donde más abundan, por lo que se puede hacer una extensión de nuestra ruta hasta allá.

Otras actividades que se pueden organizar en La Tatacoa es una visita a La Venta, donde está el cementerio paleontológico del valle, con fósiles de hace millones de años. No será extraño toparnos allí con búhos, zorros, liebres de monte, armadillos y varias aves como el chilacó o la mirla. Además, hay varias piscinas y zonas de baño en algunos de los ríos que bordean el desierto, como el río Cabrera; y Villavieja se encuentra a los pies del río Magdalena, uno de los más importantes del país, por lo que el chapuzón está asegurado.

Agua para acabar una visita al desierto. Un desierto en medio del trópico boscoso. Cientos de cactus y piedra rojiza en medio de Colombia. Demasiados contrastes y solo una certeza: la visita maravilla y merece la pena.

 

Más información

Turismo de Colombia