RUIN BAR
Si viajas a Budapest es obligatorio que hagas una parada en un ruin bar. Te contamos todos los detalles que tienes que tener en cuenta para ello.
Budapest es una ciudad que conquista a casi cualquier viajero. Navegando en Internet se encuentran muy buenas opiniones de la capital húngara y, además, todo el mundo coincide en algo más: visitar un ruin bar es imprescindible.
Pero para empezar, vamos a aclarar de lo que hablamos. Un ruin bar es un pub, un bar musical, que se encuentra instalado en antiguas fábricas abandonadas o edificios dejados después de la Segunda Guerra Mundial. De ahí viene su nombre, aunque no te preocupes, que son seguros y ni el techo ni las paredes se caen a trozos.
El más antiguo de todos es el Szimpla Kert, que está situado en el antiguo barrio judío de Budapest igual que la mayoría de ellos. Y otra cosa que tienen en común casi todos los ruin bar de Budapest es su aspecto. Cuentan con un ambiente hipster y alternativo y su decoración es algo estrafalaria y destartalada, razón por la que resultan tan atractivos y llamativos.
Pero pese a eso no creas que todos son iguales, sino que cada ruin bar o incluso cada una de sus salas, pues algunos tienen incluso varios pisos, tienen un estilo distinto. Con muebles de mercadillo, con bañeras como asientos y temáticas propias que hacen que quieras recorrerlos todos.
Como comprenderás, eso es imposible a no ser que vayas a pasar un mes entero en Budapest. Pero sí te recomendamos que si tienes tiempo visites varios, porque bien merecen la pena. Quizá uno por día. El más antiguo data de 2001 y los más modernos, pues es habitual que abran y cierren locales, tienen un aspecto más chic.
En alguno de ellos, dadas sus dimensiones, podrás sentir como si estuvieras en un laberinto sin salida. Uno en el que a veces tendrás que caminar mucho para encontrar un sitio libre, porque los ruin bar son tan conocidos que es habitual que todas las mesas estén llenas. Tanto las del interior como las de las terrazas, ideales sobretodo para los meses de verano.
Pero sea como sea, no dudes en visitarlos. Aunque tuvieras que quedarte de pie cerveza en mano durante dos horas, seguro que te encantaría descubrirlos y vivir esa experiencia.
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