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EN EL LAGO TITICACA

Travesía y misticismo hacia la isla del Sol

En medio del lago Titicaca, en los Andes bolivianos, una isla ha logrado mantener durante siglos su esencia sagrada. Centro de templos y restos arqueológicos de la época precolombina, llegar allí es una aventura en la que tradiciones y naturaleza se funden en un único ser: el alma del mismísimo Sol.

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De una roca sagrada surgieron Manco Cápac y Mama Ocllo a fundar la ciudad de Cuzco. Pero esta no se encontraba en cualquier lugar de los Andes, sino en una de las islas más especiales y singulares del planeta: la isla del Sol, en la parte boliviana del lago Titicaca, la misma que desde hace siglos genera leyendas, admiración y curiosidad por doquier.

Con una longitud de 9,6 kilómetros, por 4,6 km. de ancho, está considerado un lugar sagrado, hasta el punto de que muchos lo consideran el auténtico templo del sol. Allí se levantó en el periodo inca el Palacio de Pilkokaina, así como las escalinatas de Yumani, que conducen a su zona más alta, donde existe una fuente de agua de la misma época anterior a la conquista española.

Para llegar, es necesario navegar por el lago a mayor altura de todo el planeta, que no es otro que el Titicaca. Es un trayecto largo, pero se pasa en nada gracias a la belleza de los paisajes del lugar, sin igual en todo el mundo, sobre aguas cristalinas y con la isla del Sol vislumbrándose poco a poco, permitiendo ver sus playas de arena blanca.

Antiguo lugar santuario de las vírgenes dedicadas a la oración y al culto al dios Sol, allí vivían y hasta sacrificaban su vida por el que era, para ellos, el creador de la cultura y el pueblo inca. Es al norte de la misma donde se encuentran los mayores restos arqueológicos de aquella época, con vistas increíbles de los picos nevados al fondo.

Actualmente, la Isla del Sol está habitada por habitantes de origen quechua y aymara. Aunque muchos se dedican a la agricultura y a la pesca, cada vez son más los que deciden hacer negocio con el turismo. Sobre todo porque es posible recorrerse la isla con calma en un solo día, aunque también tenemos la opción de pasar la noche allí y ver atardecer y amanecer sobre el Titicaca (o darse un baño en sus gélidas aguas). Son los mismos que han dividido la isla en zonas donde se pide pagar una especie de peaje de paso simbólico, que ayuda a sostenimiento de las poblaciones locales.

Destino obligado en la isla del Sol es el museo arqueológico de Challapampa, donde se exponen piezas arqueológicas rescatadas de los alrededores. Después, nada como comer platos de quinoa y carne de llama, así como papas y habas (mucho mejor que la cocina internacional que también se puede encontrar).

Si acabas por la parte sur, entonces tu lugar destacado es el de las escalinatas de Yumani. Sus altos escalones conducen hacia el cerro Santa Bárbara (4.032 metros sobre el nivel del mar), donde los atardeceres son espectaculares.

A la vuelta, tras navegar de nuevo por el Titicaca, ya has entendido porque la isla del Sol no es un punto geográfico más, sino el epicentro de la cultura religiosa inca, allá donde el Astro Rey se funde con las aguas.

Más información:
Turismo de Bolivia