FOODIES
De los vinos y quesos del norte a los dátiles del sur pasando por los olivares del centro del país, Túnez está para comérselo.
Túnez es un destino magnífico por mil y una razones: por su clima mediterráneo del norte y su desierto del sur (el del Sáhara nada menos, cuya puerta está en Douz), por sus palmerales y olivares, por sus islas, por sus localizaciones de cine, por la mezquita de Kairouan (una de las más importantes del Islam), Cartago, el anfiteatro del Djem o el Museo del Bardo, por Sidi Bou Said o el lago salado, por sus zocos, sus alfombras de producción artesanal… y por supuesto también por su buen comer.
¿Y qué se come en Túnez? Tu mejor opción para descubrir la auténtica gastronomía tunecina es dejarte llegar por la Ruta Culinaria, siguiéndola disfrutarás del queso del noroeste, de los renombrados vinos del norte, de la picante harissa (salsa picante) del Cabo Bueno, del oro líquido del aceite de oliva en el centro y el Sahel, de los pulpos de las islas Kerkennah y de la dulce degustación de dátiles en el suroeste.
La Ruta Culinaria de Túnez está pensada para descubrir los productos más representativos de la gastronomía tunecina, los más típicos del país pero, una vez que vuelas hasta este bello rincón africano con intención de comértelo, no puedes dejar de disfrutar de los platos más típicos de su tradición gastronómica: cuscús de cordero o de pescado, un tajine tunecino (una especie de tortilla de verdura y queso), guisos como el marqa (con patatas, verduras y guisantes entre otras verduras), el mosli (con pescado o cordero al horno), o el kabkabou (pescado guisado con aceitunas y limón confitado); ¿y de postre? Prueba la crema d pistacho ‘Souza’ o los dulces perfumados con agua de rosas. El fin del menú tiene que ser por fuerza un té, concretamente un té a la menta con piñones (¡qué dulce y delicioso! Es más, si visitas Sidi Bou Said tienes que tomarte un té a la menta con piñones y con vistas al pueblo blanco y azul por excelencia).